Casi la mitad de los jóvenes latinoamericanos enfrenta tristeza o desesperanza, según informe global sobre salud mental

En el marco del mes de la salud mental, un nuevo informe global ha encendido las alarmas sobre el bienestar emocional de las generaciones más jóvenes en América Latina.

El estudio El Estado Mental del Mundo en 2024, elaborado por Sapien Labs, revela que el 44% de los jóvenes latinoamericanos de entre 18 y 24 años experimenta con frecuencia sentimientos de tristeza, angustia o desesperanza.

La investigación, basada en datos de múltiples países, muestra una brecha generacional clara: mientras los adultos mayores reportan sentirse relativamente bien, las generaciones jóvenes muestran un marcado deterioro en su salud mental.

“En todas las regiones del mundo los adultos mayores se sienten relativamente bien, mientras que las generaciones más jóvenes tienen dificultades”, señala el informe.

Más de un tercio de los adultos jóvenes (18 a 34 años) presenta síntomas que incluyen pensamientos obsesivos, sensación de desconexión con la realidad y malestar emocional persistente.

Sapien Labs advierte que las causas de este fenómeno son múltiples y están profundamente interconectadas. Entre ellas, menciona el impacto del uso temprano de los smartphones, el debilitamiento de los lazos familiares y sociales, la exposición a contenidos nocivos en línea, el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados y la creciente presencia de toxinas ambientales.

El informe subraya que poseer un teléfono inteligente desde la infancia puede alterar el sueño, exponer a ciberacoso y distorsionar el desarrollo de habilidades sociales esenciales, como la interpretación de expresiones faciales o la empatía.

Además, las personas que consumen habitualmente alimentos ultraprocesados tienen tres veces más probabilidades de sufrir angustia o trastornos mentales. A esto se suma la exposición a pesticidas, metales pesados y microplásticos presentes en alimentos, bebidas y agua potable, elementos que, según el estudio, se acumulan en el organismo y el cerebro, afectando especialmente a las generaciones más jóvenes durante etapas críticas de su desarrollo.

En conjunto, el informe plantea un llamado urgente: el deterioro de la salud mental juvenil trasciende fronteras y niveles socioeconómicos, y requiere una respuesta integral que combine educación digital, entornos más humanos y una alimentación y ambiente más saludables.