
El robo de un conjunto de joyas «de un valor patrimonial e histórico incalculable» en el Museo del Louvre este domingo por la mañana lo llevó a cabo en apenas siete minutos un comando de cuatro ladrones «profesionales», pero que perdieron una parte del botín en su huida.
Ese es el relato ofrecido por los ministros franceses del Interior, Laurent Núñez, y de Cultura, Rachida Dati, que acudieron poco después de los hechos al que es el museo con más visitantes del mundo, 8,7 millones el pasado año, que tuvo que cerrar excepcionalmente durante todo el día, lo que perturbó el programa para miles de turistas.
La fiscal de París, Laure Beccuau, responsable de la investigación, explicó que todo ocurrió a las 09.30 de la mañana hora local, cuando el comando llegó por el flanco sur del museo, el que da al río Sena, en dos motos y en un camión con un montacargas como los que se utilizan en las mudanzas.
Así subieron al primer piso y más en concreto a la galería Apolo, en la que entraron dos de ellos después de haber hecho una brecha en el cristal de una ventana con unos discos de corte que también utilizaron para fracturar dos vitrinas, una conocida como la de los diamantes y otra con joyas del Segundo Imperio.