La última resolución del ministerio de Educación, poniendo restricciones al contacto de profesores y estudiantes fuera del aula, luce torpe, irresponsable y miedosa. Se evita penalizar la individualidad del maestro que acosa a estudiantes, y se condena a todos por igual.
El ministerio debe retirar esa ordenanza por medio de la cual fuera del aula, no puede haber ningún tipo de contacto entre el profesor y el estudiante. Es la forma más sencilla e ineficiente, de poner orden en campus que están al rojo vivo.
Ya hay suficientes denuncias de profesores irresponsables que acosan estudiantes, de excesos cometidos en las aulas, de muchachos que van con armas blancas en las mochilas, que se escenifican acciones sexuales en los planteles, que se utilizan cigarros electrónicos ¿Y que más se puede esperar?.
El problema escolar surge desde las aulas, y a las aulas hay que llevar la disciplina. Los maestros que sean encontrados culpables de acoso deben ser cancelados en el acto, pero asimismo, cuando la indisciplina cunda en un plantel, el castigo debe también ser para la dirección.
La escuela dominicana deviene en un nido de anarquía, donde no hay orden ni disciplina. El maestro ha dejado de ser el líder, el ejemplo a seguir, para en ocasiones pasa a ser el depredador sin castigo. Hay que reivindicar a la mayor parte del magisterio que está integrada por maestras y maestros serios y responsables.
Los maestros sinvergüenzas son una minoría, por lo que la sanción debe recaer sobre ellos y nadie más. A esa minoría hay que sacarla de la escuela con responsabilidad y de cara al sol.
Se tiene que privilegiar el trabajo de los orientadores y de los sicólogos, que son los encargados de notar cambios de conducta de los adolescentes, que se podrían deber a inconvenientes escolares, o en su casa. El seguimiento de los orientadores hace fácil detectar a los maestros acosadores.
Pero lo más importante y vital es restaurar la disciplina en las aulas, y en este sentido debe trabajar el ministerio y el gremio de educadores. También en la casa se tiene que tener mucho cuidado en desautorizar a los maestros responsables. Ya se sabe de padres que ante una observación a sus hijos, acuden a la escuela dispuestos a pelear.
Sin la figura del maestro serio y responsable, la escuela no puede ser salvada., Es la columna vertebral sobre la que se sustenta el sistema. El maestro tiene que volver a ser el ejemplo y el líder de los niños y adolescentes que están en las aulas. Todos trabajando de forma unida, a luchar por mejorar a la escuela. ¡Ay!, se me acabó la tinta.