Los Estados Unidos y algunos países europeos han apuesto en alerta a sus ciudadanos sobre los peligros que enfrentan al visitar a la República Dominicana, donde estiman hay una ola incontrolable de criminalidad.
Esa alerta de los Estados Unidos mueve a reflexión, sobre la situación de peligro social en que viven los dominicanos y sus visitantes. De hecho, todos estamos al filo de la navaja.
Sin embargo, la posición de los norteamericanos no se puede considerar una injerencia en problemas internos, debido a que están protegiendo a sus ciudadanos que vienen a vacacionar a República Dominicana.
También hay que quitarse el ropaje de la hipocresía al considerar que los norteamericanos no pueden hablar de violencia por el crimen que ensangrienta sus calles. De nuestra violencia, puede hablar cualquier país envíe aquí a sus ciudadanos.
Cierto que en los Estados Unidos hay violencia y poca seguridad, hasta en ´áreas tan vitales como el Metro y los parques, pero ese es un problema que los norteamericanos deben enfrentar de acuerdo con sus circunstancias.
La violencia en el país tiene que ser enfrentada y controlada por los dominicanos, los que obligatoriamente tienen que ofrecer seguridad a todos los turistas.
Para enfrentar al crimen que atormenta a toda la sociedad dominicana hay que aplicar acciones de puño de hierro, pero también medidas de corte social. La miseria extrema que se vive en los barrios y la zona rural, es caldo de cultivo para que nazcan las pandillas.
Desde luego, los Estados Unidos no dan pasos a lo loco. Cuando a un país bananero le mandan una alerta, esto se puede interpretar como una presión, originada por otros objetivos.
Lo Estados Unidos son compromisarios en los signos de exclusión y marginalidad extrema que padece una parte importante de la sociedad dominicana. Como pasa en cualquier sector segregado norteamericano. Ellos saben que el crimen se nutre de esos desechos sociales.
Que las autoridades apliquen medidas para controlar la violencia, que se está desbordando y doblando las rodillas a la sociedad, pero la alerta de los Estados Unidos hay que colocarla en su justo pedestal: una advertencia y una presión para que haya mayor apertura con los campamentos haitianos en RD, que se elimine la prohibición de los abortos y se mantenga congelada la relación comercial con China. ¡Ay!, se me acabó la tinta.