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Nacionales 
  • Por: Euri Cabral
  • viernes 22 septiembre, 2023

Matanza de haitianos ejecutada por Trujillo en octubre de 1937, nunca debe volver a repetirse

El dictador Trujillo ordenó ejecutar entre 5 y 25 mil haitianos en octubre de 1937  

La justificación fue que esos haitianos se estaban apropiando de la frontera dominicana

Luego de ese execrable crimen, Trujillo pago una irrisoria indemnización al Estado haitiano por todos esos muertos

El próximo 2 de octubre del 2023 se cumplen 86 años de la matanza de haitianos ejecutada por el dictador Rafael Leonidas Trujillo, en contra de una indefensa población haitiana que estaba ocupando una parte de la frontera, tratando de encontrar mejores condiciones de vida en el lado dominicano, lo que no podían encontrar en su territorio.

En estos momentos en que vivimos una crisis fronteriza con Haití, provocada por sectores empresariales que quieren construir una presa en el río masacre sin tener autorización del Estado dominicano, es necesario que el gobierno pueda manejar esta situación con firmeza, pero con mucho cuidado, debido a que en nuestro país todavía existen sectores anti-haitianos que quisieran que le declaremos la guerra a Haití y expulsemos sumariamente a todos los haitianos que viven en territorio dominicano.

Si bien es cierto que República Dominicana y Haití comparten un mismo territorio, no menos cierto es que hemos tenido históricamente muchos conflictos. Haití invadió la parte este de la isla y gobernó la parte dominicana de forma despótica por 24 años, desde 1822 hasta 1844, cuando Duarte y los trinitarios lograron expulsar de nuestro territorio a los haitianos y crear una nación libre, soberana e independiente, a la que llamaron República Dominicana.

Conflictos y Tratado de Fronteras de 1929

Después de proclamada la independencia dominicana y durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, entre nuestra nación y Haití se produjeron muchas situaciones de tensión en la frontera, hasta que el 21 de enero 1929 se firmó el Tratado de Delimitación de Fronteras, el cual definió los límites fronterizos entre los dos países.

Ese tratado fue firmado entre los presidentes Horacio Vásquez, de República Dominicana, y Louis Bornó, de Haití. Por decisión de ese tratado se eliminó lo establecido en el Tratado de Aranjuez, firmado entre Francia y España en 1777, se trazaron los límites fronterizos de los dos países y a lo largo de los 386 kilómetros de extensión de la frontera se colocaron 311 pirámides de cemento, que tenían en el lado este el nombre de RD y en el lado oeste el de Haití.

Aunque ese acuerdo definió el problema legal, no resolvió la situación del conflicto fronterizo, ya que una gran parte de la población haitiana siguió viviendo, negociando y trabajando en el lado dominicano.

La matanza de haitianos ordenada por Trujillo

        El dictador Trujillo subió al poder en agosto de 1930. Para el tirano la situación de la frontera fue una preocupación desde el inicio de su gobierno, pues aunque se había firmado el acuerdo fronterizo con Haití en 1929, la presencia de haitianos en el lado dominicano era cada día mayor, hasta el punto de que muchos intelectuales y servidores del tirano le dijeron que debía sacar esos haitianos pues “se estaban robando el territorio dominicano”.



        Es cierto que, en ese momento de la década de 1930, una gran comunidad haitiana se había asentado en el lado dominicano sin respetar los límites fronterizos. Incluso habían desarrollado el comercio haitiano en tal magnitud que la moneda haitiana, el gourdé, circulaba libremente casi hasta la provincia de Santiago, en el norte, y hasta Azua, en el sur. Además, la mano de obra haitiana, ilegal y explotada sin misericordia, se convirtió en la base de apoyo fundamental de la industria azucarera, la cual había sido ampliamente desarrollada en el país por Trujillo y por sectores económicos privados. 



        Esa situación en la frontera aumentó los sentimientos anti-haitianos en los estamentos de poder y en la sociedad dominicana de ese tiempo. Un grupo de funcionarios, intelectuales y seguidores de Trujillo estimulaban a que éste adoptara una firme actitud nacionalista, se comportara como un defensor de la soberanía y tomara medidas fuertes en contra de esa supuesta “invasión haitiana”.

Al igual que casi todos los dictadores, Trujillo utilizó el falso nacionalismo como un arma ideológica para cimentar su regimen de terror. Fue ese falso nacionalismo que lo llevó a cometer en el mes de octubre del año 1937 un genocidio en contra de miles de ciudadanos haitianos, bajo el argumento de impedir que las fronteras dominicanas fueran tomadas por la inmigración ilegal. Y llama la atención que Trujillo cometiera este genocidio contra los haitianos, cuando él mismo era descendientes de ellos, pues tanto su abuela como su bisabuela materna eran de origen haitiano.

El historiador Orlando Inoa, en su obra “Historia Dominicana”, nos da una idea de la dimensión de esa acción criminal cometida por el dictador Trujillo, cuando afirma lo siguiente:

“En los días 2, 3 y 4 de octubre de 1937 se produjo la matanza contra los haitianos residentes en la zona fronteriza y la Línea Noroeste que alcanzó, según dice el periódico The New York Times del 21 de diciembre de 1937, una vasta zona que incluía 65 ciudades entre las que se encontraba Santiago.

La matanza fue una medida bárbara aplicada sin contemplación por algunos miembros del ejército, aunque se sabe que participaron presos y personas particulares. Para su ejecución se usó básicamente machetes y cuchillos, por lo que la misma quedó estigmatizada como “el corte”, aunque algunos murieron apaleados. Se estima al menos en 5 mil los que fueron asesinados a mansalva, aunque la cifra oficial admitida por por el gobierno dominicano “no sobrepasaba a unos cuantos haitianos muertos que se pelearon con campesinos dominicanos” (Orlando, Inoa,“Historia Dominicana”, pag. 650).

Un crimen de lesa humanidad

La matanza de hatianos de 1937 fue una de las más grandes locuras y uno de los más execrables crímenes realizado por la dictadura de Trujillo. Con ese hecho se escribió una de las páginas más horrendas de crímenes racistas en el mundo, que es considerado como un “crimen de lesa humanidad”. Este evento contribuyó a consolidar una política estatal anti-haitiana, la cual ha reforzado entre la población dominicana una cultura de odio y rechazo a nuestros vecinos haitianos.

La cantidad de haitianos asesinados en esa matanza de octubre de 1937 oscila entre 5 mil, para los más conservadores, hasta 25 mil, según los más radicales. Algunos historiadores la denominan como la “matanza perejil”, pues según testimonios de sobrevivientes la forma en que los militares y paramilitares identificaban a los haitianos, ya que hay muchos dominicanos negros, era diciéndole que propunciarán la palabra “perejil”, de difícil pronunciación para los nacionales haitianos. Si un negro no decía bien “perejil” era asesinado de inmediato.

Aunque fue una masacre de dimensión mundial, Trujillo pudo ocultar la magnitud de la misma, pues tenía un absoluto control de los medios en el país y además tenía control sobre el presidente haitiano de ese momento, Stenio Vincent, el cual recibía apoyo económico de Trujillo. Por esto, el dictador dominicano pudo esconder por un tiempo la masacre hasta que un año después se produjeron manifestaciones de protesta en en Haití, pidiendole al presidente Vincent que hiciera algo en contra del gobierno de Trujillo. Entre los dos países se inició una negociación y Haití pidió un pago de 750 mil dólares como indemnización por la masacre. Trujillo logró reducirlo a la irrisoria suma de 525 mil dólares, los cuales les fueron entregados al gobierno de Stenio Vincent. Ese dinero era para ser entregado a los familiares de las víctimas, pero la mayor parte del mismo fue robado por los funcionarios del gobierno haitiano.

Que nunca jamás vuelva a repetirse una matanza

        Es necesario hacer conciencia para que nunca jamás un gobernante dominicano pueda ser capaz de cometer un crimen como la matanza de haitianos de 1937, ordenada y ejecutada por la dictadura Trujillista. 



        Tenemos la esperanza que los conflictos fronterizos entre nuestras dos naciones no lleven nunca ni a una guerra, ni a una matanza en ninguno de los dos lados. En estos momentos donde se está produciendo una crisis fronteriza por la acción de un sector empresarial privado, los gobiernos de ambos países deben sentarse a negociar y resolver en paz ese conflicto. El gobierno dominicano debe actuar con firmeza para defender la soberanía y los límites fronterizos, pero debe ser muy cuidadoso y prestigiar siempre la vía diplomática para resolver cualquier conflicto que se presente con nuestros vecinos haitianos.

El presidente de Haití, Stenio Vincent, y el dictador Rafael Leonidas Trujillo, quienes negociaron el pago del gobierno dominicano por la matanza de haitianos de 1937.

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