NUEVA YORK.- Kevin Durant primero se queja, luego baja los brazos y finalmente se resigna. KD, ahora, entiende lo que ocurría allá por 2014.
Lo que sentían sus rivales cuando perseguían la estela de sus piernas elásticas, cuando intentaban en vano alcanzar esos brazos de plastilina que sentían el calor de acercarse mucho más al sol que sus oponentes.
Frustración. Esa es la palabra que define lo que vimos con Durant años atrás y lo que vemos con Victor Wembanyama ahora.
Ahí está, el nóvel genio francés en el carreteo definitivo rumbo a un salto a la estratósfera. Sí, claro, hay que tener paciencia, pero vamos: ¿38 puntos y 10 rebotes en su quinto partido en la NBA? Es absurdo. Y lo más curioso es hacerlo frente a un veterano Durant en lo que parece ser el primer indicio de una entrega de armas entre guerreros ilustres.
Pongan a Durant y Wembanyama juntos frente al espejo y tendrán 15 centímetros de diferencia entre ambos. Pónganlos ahora frente a una cámara de televisión, dentro de un partido de básquetbol, y veremos dos jugadores similares, uno ya hecho, leyenda, y el otro una versión extra large nacido 15 años después, a más de 6.000 kilómetros de distancia.
"Estamos tratando de entender lo que es porque nunca vimos algo así antes", dijo Devin Booker al cierre del juego.
A una escala diferente, lo mismo ocurrió con Durant cuando llegó a la NBA en 2007 con el uniforme del extinguido Seattle Supersonics. Un alero espigado, altísimo para el puesto, que era demasiado grande para un pequeño y demasiado rápido para un grande.
En aquella época, un jugador imposible. Un teorema indescifrable para cualquier defensa, un anotador prolífico capaz de lastimar desde cualquier posición. En aquel entonces, la preocupación es exactamente la misma que la que hay hoy con Wemby: ¿Podrá aguantar un físico así? ¿No será demasiado flaco para el juego físico de la NBA?
Han pasado 14 años desde la llegada de Durant. Cambiaron muchas cosas, pero principalmente el cuidado de los atletas, algo que el comodín francés ha trabajado desde que tiene solo 14 años en los alrededores de París.
En estos años dorados, hemos visto, entre miles de cosas, el juego de pases de los San Antonio Spurs que los convirtió en dinastía, el Big Three del Miami Heat con LeBron James al mando, el corazón de Kobe Bryant para impulsar a Los Angeles Lakers, el avanzar de tiradores únicos como Stephen Curry para gestar el universo vertiginoso de Golden State Warriors. Y, últimamente, hemos disfrutado del avance de la armada internacional con Giannis Antetokounmpo como símbolo del físico y Nikola Jokic como insignia del cerebro que impulsa la sinergia de un deporte hecho a base de reacción.
De todo lo que vimos, que ha sido mucho, no hemos visto nada como Wembanyama. Un alien que puede hacerlo absolutamente todo. Pongan a Giannis y a Durant en una licuadora y tendrán como resultado a este jugador sacado de los sueños más profundos de James Naismith.
Llega para corregir impurezas de colegas anteriores. Porque es Durant con más dribbling y altura. Porque es Giannis con tiro externo. ¿Puede aún ser un fiasco? Difícil, pero estamos para sorprendernos. ¿Puede cambiar el básquetbol como lo conocimos? Difícil, pero estamos para sorprendernos.
Esa es la hoja de ruta que empezamos a seguir en el Draft. Esa es la búsqueda del tesoro, la caza de la X en un mapa gastado que los arqueólogos del básquetbol buscamos como el arca perdida. Noche a noche nos agolpamos frente a las pantallas para ver si la historia, una vez más, se reescribe. Si estamos presenciando un pedazo de eternidad para arrebatarle al destino.
Jugó solo cinco partidos en la NBA, pero estamos consumiendo la era Wemby desde que el League Pass empezó a pasar sus partidos completos con Mets 92 el año pasado. Y llegado a la Liga, empezamos entonces con la numerología que nos lleva a pensar en cosas extraordinarias, como, por ejemplo, que el jueves se convirtió en el segundo jugador más joven en la historia de la NBA en hacer 35 puntos y 10 rebotes en un partido. ¿El primero? Durant.
Hay mucho más. El departamento de estadísticas de ESPN nos cuenta que se convirtió en el tercer jugador en las últimas ¡40 temporadas! en hacer 35 y 10 en uno de los primeros cinco partidos de carrera. Solo Shaquille O’Neal y Anthony Morrow lo lograron antes. Y ha hecho la mayor cantidad de puntos de un jugador en su primeros cinco partidos NBA desde Larry Kenon en 1976.
De todos estos datos, lo más interesante sin embargo es otra cosa. La madurez mental que se ve en el amanecer de su carrera es absurda. Con solo 19 años ya sabemos que es un jugador 'clutch'. Que aparece en la 'Chiquita', cuando las cosas importan. Fíjense esto: Wembanyama tiró 15-19 en últimos cuartos este año (79%). Es el mejor porcentaje en cuartos definitivos de jugadores con 15 tiros al aro o más, por delante de LeBron y Jokic. Hay solo cuatro estrellas con 20 o más puntos en el clutch esta temporada: dos ex MVP (LeBron y Curry), un candidato a MVP (Luka Doncic)… y Wembanyama.
Durant, ahora, abraza a Wembanyama. Sonríe, le dice algo que no podemos escuchar, pero que a la distancia sospechamos. Esto, queridos amigos, va en serio.
Wembanyama está decidido a tomar por asalto a la NBA. Popovich lo empuja, lo desafía, le explica y lo acompaña. Los Spurs están de regreso.
Y la NBA, una vez más, vuelve a ser ese terreno onírico donde lo maravilloso sucede.