Los dominicanos tienen que refugiarse en el ideario de Juan Pablo. No pensar que es una pieza de museo, que da paso a un fin de semana largo para borracheras, playa y diversiones descontroladas. La Patria necesita normas morales, políticas y de actuación diaria.
La mejor tabla de salvación social, es el pensamiento de Juan Pablo. Sigue vivo. Muchos han querido sepultarlo y no han podido. Hoy es la hora de levantar el ideal de Duarte para un real programa de rescate nacional
A Juan Pablo Duarte hay que rescatarlo. No un edificio, no la calle, no una nueva edición del Cristo de la Libertad. Hay que rescatar al pensador, al que no pudo ver la culminación de sus sueños, y murió olvidado e ignorado.
La sociedad dominicana nunca ha rescatado a Duarte. No pasa de ser un slogan para levantarlo los días de la independencia, o cuando se está en campaña política.
Pero el ideario de Juan Pablo Duarte nadie ha luchado para convertirlo en realidad. Desde el 1844 Duarte es un olvidado, un hombre petrificado en el tiempo, ignorado por todos y correspondido casi por nadie.
Si el ideario de Duarte se hubiera seguido en un dos por ciento, los dominicanos podríamos haber reconquistado nuestra dignidad nacional, habría mejor distribución de las riquezas, más respeto a los derechos humanos, y sobre todo, se defendería la Patria a cada instante.
Duarte fue perseguido por un puñado de dominicanos que antes y después de la Independencia detentó el poder, pero esa minoria de sable en mano contó con la pasividad complice de la mayor parte de la población. Mientras Duarte se sumergía en las selvas venezolanas, sin dejar rastros valederos hasta el día de hoy, el pais cayó en las apetencias económicas y políticas inmediatas, y se olvidó del patricio.
Ni siquiera la guerra de la Restauración lo reivindicó. Salió de su largo exilio y retornó a suelo nativo, para ver que podía ofrecer en la lucha contra la potencia española, y sólo conoció el desprecio.
A Duarte no se le puede reivindicar con simples actos públicos o poniendo a los estudiantes a recitar sus ideales, cuando la corrupción campea en nuestra sociedad, y la política es la mocha para buscar un buen botín.
Vamos a luchar por mejorar las condiciones de vida de todos los dominicanos, que ese es el único y mejor homenaje y reconocimiento que se le puede dar a Juan Pablo Duarte. Lo demás, no pasa de ser un simple pedazo de papel. ¡Ay!, se me acabó la tinta