Santo Domingo, RD.- Sobre los recuerdos vividos en su adolescencia, la impronta de los últimos días de la dictadura y sobre la figura de su padre, Juan Tomás Díaz, uno de los artífices del magnicidio de Rafael Leónidas Trujillo Molina el 30 de mayo de 1961, conversó Jaime Díaz Díaz.
Entrevistado por Onorio Montás para su «Revista Dominical Dejando Huellas», que se transmite por QuisqueyaFM relató con detalles los sucesos de aquel día.
Díaz y Díaz comenzó admitiendo que su familia fue íntima del dictador, en especial su abuelo, Lucas Díaz, de quién Trujillo decía era su mejor amigo. Así, prosiguió a contar su historia desde el comienzo desde el inicio de la expedición del 14 y 19 de junio de 1959, y que culminó el 30 de mayo de 1961, momento que destacó como el verdaderamente importante:
“Esa noche es la más importante. Quiénes estaban, qué pasó… Yo fui el único que quedó vivo de las personas que estaban en mi casa en la César Nicolás Penson # 36. Todos los héroes del 30 de mayo que llegaron murieron esa noche; mi hermano murió, y a mi otro hermano, Tomasito Díaz, lo fusilaron con 21 años”, apuntó Díaz Díaz.
Asimismo, y a punta de memoria fue narrando aquella noche cuando las cosas comenzaron a salirse de control, él con 14 años, pudo identificar que algo grave estaba pasando. “Por la parte delantera de la casa pasó Huáscar Tejeda, y le hizo un gesto con el dedo en el cuello a mi mamá, que había terminado todo. Luego, por la parte de atrás de la casa por la Moisés García entró un carro donde venían Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sadhalá y Pedro Livio Cedeño, herido en la parte de atrás. Nosotros estábamos en el jardín, y yo pregunto que por qué tenían sangre en la camisa, y mi madre me dice que vienen de jugar gallos”, rememoró.
Luego de eso—prosiguió— fue llevado a la casa de su hermana, donde coincidió con otros familiares y allegados. “Ahí veo a mi tío Franklin Díaz, que vació una caja de balas, y mi papá le da la orden de que nos lleven a donde otro tío de nosotros. Amanecimos ahí y como a las 4 de la tarde nos rodearon, 17 hombres con armas largas. Subieron, preguntaron por Bienvenido García Vázquez y por Chana Díaz, y se fueron; pero había dejado a mi hermana Marianela, entonces volvieron por ella, y el dueño de la casa, Moisés Paiewonsky, al que le agradeceremos toda la vida dijo cuando preguntaron por mí y mi hermano: dijo, son mis hijos”, recordó.
El entrevistado continuó enumerando hechos que también se hacen presente en su memoria, entre ellos la reclusión de su madre en la cárcel del 9, desde donde la mandó a buscar Ranfis Trujillo para enseñarle el cadáver de su esposo Juan Tomás. En este punto el entrevistado acotó que los cadáveres nunca aparecieron. “Sí sé que el que sacó los cadáveres de Juan Tomás y Antonio de la Maza, los cadáveres nunca aparecieron y que investigó que fue un tal coronel Disla Abreu, que murió los otros días, y yo no me cansé de decir que se le sometiera para que dijera dónde estaban. Yo creo que los cadáveres fueron echados al mar”, concluyó Jaime Díaz.
Así, para significar la crueldad y ligereza de las ejecuciones, el entrevistado contó también cómo a un guardia que solo le pidió a su padre pasar la noche en su casa, luego del 30 de mayo lo buscaron y lo fusilaron sin preguntar mucho. De igual forma, recordó que “entre los complotados la consigna era: el que cayera herido había que matarlo, y a Pedro Livio no le hicieron eso”, agregó.
Ya adentrada la entrevista, Díaz Díaz señaló que ha habido intensiones de separar, por parte de los historiadores, el grupo de acción del 30 de mayo, del grupo político. “Lo que pasa es que había dos grupos, el de acción y el grupo político que dirigía su abuelo Modesto Díaz, Luis Amiama Tió y el grupo de Moca. Yo quiero decir algo sin menospreciar a nadie: entrarle a Trujillo no era fácil”, por eso ha reclamado el gran valor que tuvo el teniente Amado Gancia Guerrero.
“Dicen que dictador sabía del complot. Que a Trujillo le llegó una carta de Santiago donde le decían que se cuidara de Juan Tomás y Antonio de la Maza, lo cual hay que verificarlo”, sentenció