Santiago de Chile, 14.- Varios focos de incendios se abrieron la noche de este miércoles en la Región de Valparaíso, unos 120 kilómetros al noroeste de la capital, que dejaron dos niños de 12 y 16 años fallecidos y al menos quince viviendas calcinadas en una región que todavía se está recuperando de los fuegos más mortíferos de la historia del país.
Los dos menores fallecieron en un siniestro que afectó a una casona ubicada en el sector conocido como Cerro Cordillera y, según información de la Policía de Investigaciones (PDI) recogida por la prensa local, ambos se encontraban en el interior de un dormitorio cuando se iniciaron las llamas y no lograron escapar.
El mayor foco se registró en el mismo cerro y aunque no dejó personas fallecidas, afectó al menos a 15 viviendas afectadas que podrían llegar hasta 40, según indicó la ministra del Interior, Carolina Tohá, anoche tras una reunión del Comité de Gestión del Riesgo de Desastres (Cogrid) para monitorear el avance de la situación.
La autoridad sostuvo que se investiga si este último siniestro fue provocado por una bengala y explicó que las llamas avanzaron rápidamente y con mucha fuerza, por lo que llegaron al lugar personal de Bomberos y de brigadas nocturnas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Además, se declararon otros dos incendios en la zona, en el sector de Curauma y en el de La Caldera.
"Todos estos incendios en este momento se encuentran contenidos. El trabajo que se hizo y la reacción en esos primeros momentos ha permitido hablar de una contención“, afirmó la ministra.
Tohá añadió que en ninguno de estos puntos se registraron víctimas fatales y que en ese momento de la noche no existían "las condiciones ambientales propicias para los incendios tan terribles del último tiempo” porque la temperatura era más baja y hubo mayores niveles de humedad y vientos más moderados.
Este verano la Región de Valparaíso enfrentó la ola de incendios más devastadora, que dejaron 134 personas fallecidas, más de 10.000 hectáreas calcinadas en la región y miles de damnificados, en la que se considera la tragedia más grave ocurrida en Chile desde el mortal terremoto de 2010.
Los fuegos empezaron el 2 de febrero por la mañana y se propagaron rápidamente debido a las fuertes rachas de viento que había aquella tarde en la zona y a las temperaturas extremas de la última semana. La alta densidad poblacional en terrenos de difícil acceso, sumada a la prolongada sequía en Chile, dificultaron las tareas de extinción.
Los fuegos reabrieron el debate sobre la necesidad de aprobar una nueva ley enfocada en la prevención, que avanza su tramitación en la Cámara de Diputados.