“La memoria es a la vez mi materia prima y mi herramienta. Sin ella, no hay nada”. (Gabriel García Márquez: En Agosto nos vemos, 2024).
La memoria nos permite codificar todo lo que en ella hay de información, al tiempo que hace posible las conexiones sinápticas entre las neuronas. Ella se constituye en el avalúo permanente de la construcción de lo que somos como especie humana. De ahí que la ciencia sea un proceso de acumulación de conocimiento. La memoria, como eje central del cerebro, nos permite hacer historia al tiempo que compara, contrasta y resalta, poniéndonos en la ruta con su hilaridad, hallazgos y horrores, vaivenes, saltos y entropía.
Es lo que vemos en la sociedad dominicana cuando analizamos el Padrón electoral, el Censo de agosto de 2023, la cantidad de empleos públicos, el tiempo de campaña y con ello, el costo de la política. El Padrón de la Junta Central señala que tenemos 8,145,000 inscritos en el mismo. En la actualidad hay 725,664 empleados públicos.
Al dividir los 725,664 entre 8,145,000 nos da un 8.9%. Esto es, el empleo público representa casi un 9% de los inscritos en el Padrón. Si restamos los 850,000 que viven en el exterior, el porcentaje sube a 10% del padrón local, esto así porque este sería de 7,295,000.
Si lo analizamos con respecto al Censo del mes de agosto de 2023, cuando se publicó en esa fecha, nos dijeron que somos 10,760,028. Si dividimos los 725,664 empleados públicos entre el universo de la población, nos da un porcentaje de 6.7%. Esto es, el cuasi 7% del grueso de los habitantes.
Si lo analizamos con respecto al número total de empleos, esto representa entre un 15 a un 18% del total de ocupados, tanto en su nomenclatura del empleo formal y el informal. Si correlacionamos el empleo público con el empleo formal privado nos da un porcentaje de 32%. La mayor cuota de empleos formales se encuentra en la Administración Pública y en las zonas francas.
De 4,800,000 empleados (privados, públicos, formales e informales) hay un 57% de empleos informales en el mercado laboral de la sociedad dominicana. Pero, ¿cuántas personas hay inscritos en el Padrón por cada empleado público? 11 si es el Padrón total. Si es con el Padrón local, de 7,295,000, la relación pasa a ser de 10 personas consignadas en el padrón por cada empleado.
¿Cuántos habitantes tenemos por cada empleado público? Hay 15 personas por cada empleo público. Ocupamos el tercer lugar en el ranking de la densidad pública ocupacional de la región, después de Argentina y Venezuela.
Veamos la siguiente relación:
Padrón electoral: 8,145,000
Empleados públicos: 725,664
Cantidad de habitantes Censo 2023 10,760,028
Porcentaje del empleo público según inscritos Padrón 8.9%
Porcentaje del empleo público según inscritos Padrón local 10%
Porcentaje del empleo público según total población 6.7%
Inscritos en el Padrón por cada empleado público 11
Inscritos en el Padrón local por cada empleado público 10
Cantidad de habitantes por cada empleado público 15
Por algún lado, tiene que ver, en gran medida, con el costo de la política, con el clientelismo a través del despojo político, donde los partidos al acceder al poder hacen una cruenta rotación de personal. Incluso, se ha dado con un mismo partido en el poder, cuando cambian un funcionario, estos generalmente “llevan su equipo”. Sinónimo del atraso y de lo poco profesional que es la burocracia en el Estado dominicano. Según la Ley 41-08 de Función Pública solo hay 160,000 empleos de vocación de carrera administrativa, destacando aquí que debió ser revisada hace mucho tiempo.
El costo de la política se incrementa con el tiempo. Aquí, oficialmente, el tiempo entre campaña previa y campañas son 10 meses y 20 días. En la mayoría de los países de la región es de 60, 70, 75, 90 y 120 días. Un análisis realizado por el brillante joven Jatzel Román, nos dice el costo de la política de 6 países de la región, del financiamiento público es de:
República Dominicana, 2024, US$86 millones de dólares.
Panamá, 2024, US$54.5 millones de dólares.
El Salvador, 2024, US$38 millones de dólares.
Costa Rica, 2022, US$30 millones de dólares.
Guatemala, 2023, US$9 millones de dólares.
Honduras, 2021, US$7 millones de dólares.
Resalta que ese costo de US$86 millones de dólares es para el año 2024. Sin embargo, aquí en República Dominicana las organizaciones partidarias reciben dinero público, oficial, todos los años. Esto hace que cada 4 años tenemos más partidos políticos, pues el atractivo del dinero y la poca barrera de entrada y la nula barrera de salida, lleva a más instituciones partidarias. Las evidencias empíricas niegan que los recursos a los partidos fortalezcan la democracia y al sistema de partidos. De 1998 a la fecha, el Estado dominicano ha erogado RD$28,000 millones de pesos y la percepción positiva hacia los partidos es de apenas un 23%. El 54% dijo que no fue a votar, según Gallup/ RCC Media, por descontento, desinterés y desconfianza con las entidades políticas.
Hoy el nivel de inscritos real y simpatizantes de los partidos políticos no cruza la franja de 33% y 50%, respectivamente. Hay una verdadera desafección hacia los partidos. Estos se han convertido en un espacio de relacionamiento espurio, solo clientelar. Con la frase “Donde está lo mío”. Una interactuación perversa, abyecta, con una abyección en un grado de instrumentalización cuasi inhumana, pues se hace vía la miseria y las necesidades materiales del 67% de los dominicanos y dominicanas.
Actualmente, en la formación social dominicana hay un 23% de pobreza monetaria (conste que no hablamos de la pobreza multidimensional), 3.7% de indigencia y, según el Banco Mundial, recientemente el 40% de los dominicanos y dominicanas se encuentran en la escalera de “VULNERABLES”. Allí que, con un soplo, un familiar enfermo, una pérdida de empleo, una crisis natural (ciclón, huracán, tormenta, tornado, lluvias torrenciales) caen en la pobreza. De ese 40%, apenas un 3 a 5% llega a la jerarquía de la estratificación social media. Estudios revelan y relievan que somos una de las sociedades con menores niveles de movilidad social, a pesar de ser la séptima economía de la región y donde el Producto Bruto Interno nominal alcanzó los US$114,000 millones de dólares.
Se infiere, pues, la enorme inequidad social e iniquidad, la profunda asimetría, donde el 1% de mayores ingresos de la población tiene el 30.5% y el 10% de los más ricos cabalga con el 55% de los ingresos, de una población ya en el umbral de 11 millones. Esto sugiere, sociológicamente, una gravedad de un inmenso drama social:
Una movilidad social intergeneracional que se achica.
Una movilidad intrageneracional suma cero.
Una verdadera inconsistencia de status (seres humanos que trabajan en puestos muy inferiores a sus competencias, a sus talentos o a lo que estudiaron).
La sociedad dominicana tiene que repensarse, realizar una introspección, una verdadera catarsis de lo que no debemos seguir haciendo y una de ella es quitar a los partidos los recursos monetarios, los financiamientos anuales que se les otorga y ayudarlo solo en tiempos de elecciones. Estamos creando una casta social muy especial con el financiamiento a los partidos, donde hay actores políticos, profesionales políticos, no profesionales de la política, que “ganan sueldos” en sus organizaciones partidarias por encima del mercado de trabajo. Se les paga muy bien con el dinero público.
Desde esa incubadora, paridora, se le enseña a diseñar “políticas públicas” para servir a su pueblo.