Trago en seco cuando veo ataques reiterados a quienes llegamos de otros lares buscando mejor condición de vida, los migrantes en Estados Unidos, Europa, Republica Dominicana y cualquier otro territorio, solo buscamos vivir y parece que quienes se consideran “superiores” no entienden esa realidad.
En un mitin reciente en el Madison Square Garden, el trumpista Tony Hinchcliffe sumó otro comentario absurdo y abusivo contra la comunidad puertorriqueña en un enclave boricua como lo es new york, o sea este “genio” insultó a los dueños de la casa.
Este bárbaro dijo que “Hay literalmente una isla de basura en medio del océano. Creo que se llama Puerto Rico”, una agresión inmerecida, innecesaria y que solo la justifica la necedad, el ridículo complejo de superioridad y el desconocimiento de los aportes invaluables de la comunidad boricua a los Estados Unidos.
Ya en el 2015, Donald Trump, arremetió contra la comunidad mexicana acusándolos de criminales y de traer enfermedades y recientemente se hizo eco de una mentira ridícula respecto a que los hermanos haitianos en Ohio comían mascotas, entre otros tremendismos; esta aseveración del líder de MAGA fue desmentida por el gobernador estatal y el alcalde de la ciudad en cuestión, sin embargo, Trump y sus seguidores, continuaron repitiendo la infamia.
No encuentro una explicación razonable para entender como latinos ven estos ataques a hermanos nuestros y no se sienten aludidos, un ataque a cualquier comunidad latina, de la clase trabajadora o cualquier otra minoría, es un ataque a todos, hay de aquellos que no se dan por aludidos porque hoy atacan a los indocumentados, a los mexicanos, haitianos y boricuas y más tarde será a todo aquel que vino de otros territorios, con o sin papeles y sin duda es solo cuestión de tiempo para retomar los ataques contra nuestros hermanos afroamericanos.
Pienso que estos comportamientos humanos deben tener una explicación aproximada y en esta ocasión me auxilio de María Dolores Paris Pompo, es su Estudio sobre racismo en América latina, quien establece que “La ideología racista es un sistema de representaciones que se materializa en instituciones, en relaciones sociales y en una organización peculiar del mundo material y simbólico. La discriminación es una de las prácticas que refleja más claramente el imaginario racista. Consiste en un trato diferencial hacia ciertos sectores sociales definidos por rasgos culturales, biológicos o fenotípicos, reales o imaginarios. A través de las prácticas discriminatorias, la ideología racista parece difuminarse en todas las instituciones sociales modernas: la vivienda, la escuela, la empresa, el sindicato, la policía, etcétera”.
A mi juicio, con este párrafo, queda claro que aquellos de nuestra comunidad que no se den por aludido frente a estos insultos, meten la cabeza en la arena, pero más temprano que tarde, les recordaran sus orígenes, pero podría ser muy tarde.
“Para evitar confusiones o afirmaciones absolutas a que puede dar lugar el carácter polisémico del término “racismo”, tenemos que diferenciar las doctrinas racistas, desarrolladas fundamentalmente durante los siglos XVIII y XIX en Europa y “exportadas” con mucho éxito hacia América Latina en aquella época, de las ideologías racistas que parecen tener mucha mayor sobrevida y capacidad de difusión en el mundo entero, hasta la actualidad. El racismo doctrinario se desarrolló durante los siglos XVIII y XIX en Europa. Las doctrinas racistas fueron influidas por algunas tesis elaboradas en el marco de las ciencias naturales durante esa época, tales como el darwinismo, el neodarwinismo, el positivismo y la biosociología. Se basaban en dos procedimientos complementarios: a) Clasificación, valoración y jerarquización de las poblaciones humanas. b) Naturalización, fijación en el tiempo (consideración atemporal) de los rasgos culturales más visibles de algunas comunidades. El racismo doctrinario encontró eco en el pensamiento social latinoamericano y en la filosofía decimonónica, en particular en las ideas positivistas, en el darwinismo social y en el liberalismo.”
“El racismo opera como un pilar ideológico de los procesos de dominación en la medida en que legitima el predominio político de cierto grupo etno-racial a partir de su identificación con la nación. Potencia los procesos de explotación al permitir la estratificación laboral y la desvalorización de la fuerza de trabajo de ciertos sectores socio-raciales”.
Entiendo que ambos partidos son responsables del descreimiento de amplios sectores estadounidense respecto a la conducción del país y la reducción en el bienestar de la clase media y los trabajadores; de igual manera comprendo que la politiquería también aquí ha tocado fondo y que incluso quienes están en el poder, prometen soluciones para el siguiente periodo presidencial, olvidando que ya están en casa blanca.
Estas realidades no se pueden negar, sim embargo, la involución social en Estados Unidos y el mundo respecto al maltrato de los migrantes y las minorías, no tiene asidero teórico alguno, pues este comportamiento trata de culpar a quienes vienen de otros lados, de los males generados por la política interna, en las que los migrantes no tenemos nada que ver, ni en Estados Unidos, Europa o República Dominicana, para poner tres botones de muestra.
El insulto de Hinchcliffe, por demás un hombre joven, a la comunidad boricua, lo es para todos los latinos; la expulsión sumaria, arbitraria y abusiva a la comunidad haitiana en República Dominicana, es un ataque directo a las comunidades migrantes y negras en todas partes del mundo y ante tantos abusos no nos podemos quedar callados.
Regulación migratoria, no es sinónimo de abuso, discriminación y maltrato y me lo confirma el hecho de que los puertorriqueños son estadounidense de nacimiento, no se pueden considerar migrantes propiamente dicho, sin embargo, en su casa, un ser de “raza superior” los insulta.