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  • Por: La Redacción
  • miércoles 18 diciembre, 2024

El radical cambio de actitud de Luis Miguel: salidas nocturnas, fotos con las fans y la compañía de su novia

En el cierre de su gira mundial en Buenos Aires, el cantante sorprendió con una faceta que parecía olvidada. De no salir del hotel a mostrarse en la noche porteña, siempre con Paloma Cuevas y una enorme sonrisa

Luis Miguel volvió a brillar bajo las luces del Campo Argentino de Polo. Es una noche histórica: el primero de los dos shows de cierre de su aclamada gira mundial. La multitud corea su nombre, como si el tiempo no hubiese pasado desde aquellas primeras presentaciones en el país hace décadas. Es la tercera vez en menos de un año y medio que pisa suelo argentino para cantar, pero algo distinto flota en el aire. Un Luis Miguel cercano, sonriente y visiblemente emocionado, parece dejar atrás la imagen del hombre distante que solía mostrarse impenetrable. Y hay algunas explicaciones para este cambio de actitud.

Argentina siempre fue un territorio conquistado para El Sol de México, un lugar donde las ovaciones parecen no agotarse. Diez conciertos abarrotados en el Movistar Arena en agosto de 2023, una exclusiva gala en La Rural, y tres noches inolvidables en el mismo Campo Argentino de Polo en marzo de este año. A esto se sumó un espectáculo pasado por agua en el estadio de Instituto de Córdoba. Pero el público sigue pidiendo más. Las entradas para este cierre, nuevamente, se agotaron en cuestión de horas. El furor desatado por su serie en Netflix también ayudó a revitalizar una fiebre que nunca se había apagado del todo.

Durante estos días en Buenos Aires, el artista mexicano no solo se entrega en cuerpo y alma sobre el escenario, sino que también se dejó ver, algo inusual en años recientes. Paloma Cuevas, la mujer que es su compañía constante en esta gira, estuvo presente en cada uno de los momentos clave.

Ambos caminaron de la mano en una escena que, hasta hace no mucho, habría sido impensada: sonrientes, saludando a los fans, como ocurrió en el restaurante Las Lilas, de Puerto Madero. Allí, la pareja fue recibida entre vítores y aplausos en dos noches consecutivas, antes y después de su primer encuentro con el público local. En ambas oportunidades el cantante se detuvo, saludó y devolvió el cariño con gestos afectuosos. Algunos afortunados lograron estrechar su mano; otros, incrédulos, lo vieron acercarse para regalarles un beso o una sonrisa.

Las seguidoras, respetuosas, lo esperaban en las inmediaciones de ese restaurante. Incluso también se tomó el tiempo la primera noche en el país para pasar por Don Julio, en Palermo. La sonrisa y los saludos a su público mostraban a un Luismi distinto, si se recuerdan épocas pasadas en las que el ídolo parecía inalcanzable, ermitaño, recluido en el Faena y casi sin correr las cortinas de su habitación. Ni hablar de estrechar las manos con sus fans. Pero algo cambió. Quizás sea Paloma. Quizás sea el reencuentro con una pasión renovada. Quizás, ese no sé qué que le provoca la tierra adoptiva de su madre, Marcela Basteri.

Lo concreto es que apenas culminado su primer show, el intérprete se trasladó de inmediato al hotel Four Seasons para cambiarse y salir con destino al restaurante de Puerto Madero, donde se preparó una mesa con casi 50 cubiertos que fue ocupada por sus músicos y parte de su staff. Fueron más de 3 horas en las que disfrutaron de los deliciosos platos que allí se sirven, para luego regresar a su hotel y conseguir el merecido descanso.

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Sobre el escenario, el cambio es aún más evidente: los ojos del intérprete se iluminan al ver a su público corear himnos como "La Incondicional" y "Ahora te puedes marchar". Es como si cada verso fuera un pacto de amor con sus seguidores, muchos de los cuales lo acompañan desde los años 80.

La gira, reconocida por Billboard y Pollstar como una de las más taquilleras del mundo, es un despliegue monumental. En esta última etapa, Luis Miguel está acompañado por una orquesta de 15 músicos, un conjunto de 19 mariachis y un equipo técnico compuesto por 150 personas. Las cifras son asombrosas: 250 metros cuadrados de pantallas, 100 toneladas de equipo y más de 500 colaboradores necesarios para dar vida a un espectáculo que roza las dos horas de duración.

La gira de Luis Miguel es, sin dudas, un fenómeno global. Comenzó en Buenos Aires con 10 noches impecables en 2023 y continuó su recorrido por Chile, México, Estados Unidos, República Dominicana, Colombia, Perú, Brasil, Canadá y España, entre otros países. En total, 190 presentaciones con entradas agotadas, 66 durante el año pasado y 124 en lo que va de 2024. Un récord al alcance de pocos artistas.

La noche del cierre en el Campo Argentino de Polo prevista para este miércoles quedará en la memoria de los miles de asistentes que se congregarán para verlo brillar una vez más. Mientras la gira comienza a cerrar un nuevo capítulo con un aire porteño, Luis Miguel se despide con una sonrisa que rompe cualquier formalidad y queda claro que, a sus 54 años, “El Sol” no solo sigue brillando: deslumbra como nunca.

Los fans, esos que montan guardia frente al hotel y siguen cada uno de sus pasos, lo vieron caminar como pocas veces las calles de Buenos Aires saben que está feliz. Y ese detalle, en una carrera donde los altibajos siempre tuvieron un rol protagónico, parece ser la mayor victoria de todas.

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