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Hace algunos años Juan Isidro Jiménez Grullón, político y sociólogo dominicano, descendiente de una familia de presidentes escribió dos tomos de un libro denominado Nuestra falsa izquierda.
En su momento Juan Isidro fue calumniado, vilipendiado y desacreditado por los teóricos de nuestra izquierda revolucionaria y no revolucionaria que lo acusaron hasta de agente de la CIA.
Sin embargo el tiempo le ha dado la razón porque los remanentes de nuestra izquierda combativa, revolucionaria y razonada se han quedado en los años 70 con un pensamiento no crítico, sino anquilosado en el tiempo lo que hace que luzcan desubicados políticamente.
El discurso antiimperialista que es más bien antinorteamericano ya no luce porque hay y ha habido otros imperios defendidos por esa izquierda inexistente actual que aunque no lograron cuajar se han desintegrado antes de tiempo ahora no defienden ideologías, sino la misma corrupción y debilidades que atribuyen a los Estados Unidos.
El tiempo ha demostrado que la Unión Soviética era peor que Estados Unidos en cuanto a la violación de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad contra su propio pueblo.
China Popular que de eso no tiene nada tampoco respeta los derechos del proletariado que dicen representar los dirigentes del Partido Comunista, los cuales sólo se preocupan por estar en el poder por encima de cualquier situación que represente daño a su jerarquía.
Si pasamos balance a los izquierdistas de América Latina tal cosa no existe.
Ese discurso demagógico de defensa de la soberanía ya hay que revisarlo porque cuando un pueblo verdadero vota de manera democrática en contra de un gobierno pandillero como el de Maduro y es engañado con un fraude descarado entonces necesita solidaridad para lograr su libertad.
Fíjense en Nicaragua, resulta que Daniel Ortega ha salido peor que Somoza, el sandinista ha engañado a todo el mundo y ahora gobierna con su familia.
Lo mismo hace Maduro y su grupo, en Bolivia los denominados socialistas tienen ese país en ascuas peleándose por el poder olvidando que hay una población pobre que los ve repartiéndose el gobierno de la manera más descarada.
Otros socialistas como Xiomara Castro en Honduras brega con los narcotraficantes y ni hablar de Cuba donde la incapacidad de los gobernantes debería llevarlos al zafacón.
En Corea del Norte se visualiza una cárcel con nombre de país donde una dictadura familiar y criminal se reparte lo poco que existe allí.
En fin el comunismo, no el marxismo leninismo, se ha convertido en una verdadera pesadilla para la humanidad, situación que ni Carlos Marx imaginaría.
