
Al terminar su carrera de informática en China, el estudiante Ma Tianyu puso su mirada en una maestría en Estados Unidos, convencido de que ningún otro país ofrecía mejores programas para convertirse en desarrollador de videojuegos. Solo aplicó a universidades estadounidenses y fue aceptado en varias. Pero tras la emoción inicial, empezó a tener dudas.
Primero, por la guerra comercial iniciada por el presidente Donald Trump con China. Luego, el Ministerio de Educación chino lanzó una advertencia oficial sobre estudiar en EE. UU. Finalmente, al ver cómo se estaba cancelando el estatus legal de muchos estudiantes internacionales, Ma se dio cuenta de que debía evaluar cómo las decisiones políticas del país podrían impactarlo. A pesar de eso, él aún planea ir, y asegura que está dispuesto a “adaptarse a cualquier cambio que surja”.
Durante décadas, las universidades de Estados Unidos, reconocidas mundialmente por la calidad de sus programas, han sido un destino favorito para miles de estudiantes extranjeros que buscan oportunidades de investigación y de ingresar al mercado laboral estadounidense. Pero esa atracción está siendo puesta a prueba por las políticas de la administración Trump, que han hecho que muchos se sientan vulnerables y empiecen a buscar otras opciones.
Clay Harmon, director ejecutivo de AIRC, una organización profesional que apoya la admisión internacional en universidades, señaló que “todas las decisiones de la administración Trump han mandado el mensaje de que los estudiantes internacionales no son bienvenidos en Estados Unidos”.
Actualmente, hay cerca de 1.1 millones de estudiantes internacionales en el país. Una baja considerable en ese número podría afectar seriamente los presupuestos universitarios, ya que estos alumnos no califican para ayuda federal y suelen pagar el costo completo de su matrícula. Aunque aún es pronto para medir los efectos reales de las nuevas políticas —como el aumento del control sobre visas estudiantiles o los intentos de expulsión por participar en protestas propalestinas—, hay una creciente preocupación entre las instituciones educativas. Fanta Aw, directora ejecutiva de NAFSA, asociación de educadores internacionales, advirtió que “los estudiantes y sus familias necesitan certeza, y no pueden tomar decisiones importantes en un ambiente tan volátil”.
Estados Unidos empezaba a recuperarse de la baja en inscripciones internacionales causada por la pandemia de COVID-19. Con países como Canadá, Australia y el Reino Unido reduciendo su impulso de reclutamiento y endureciendo sus políticas migratorias, parecía que EE. UU. volvería a ser el destino líder. Sin embargo, a solo unos meses del regreso de Trump a la presidencia, expertos del sector creen que esa oportunidad se está perdiendo. Mike Henniger, director ejecutivo de Illume Student Advisory Services, que asesora a universidades en EE. UU., Canadá y Europa, explicó que “Estados Unidos estaba perfectamente posicionado para volver a ser el destino preferido, pero todo eso se vino abajo”.
En Canadá, donde ya se había visto un aumento en la matrícula durante el primer gobierno de Trump, se preparan para otra subida. Después de las elecciones recientes, la organización Universidades Canadá instó al nuevo gobierno liberal a revisar las políticas migratorias para facilitar el reclutamiento internacional. Según su presidente, Gabriel Miller, “este es un momento clave para atraer talento del exterior”.
A pesar de todo, Estados Unidos sigue siendo atractivo para quienes buscan iniciar su carrera profesional. El programa de entrenamiento práctico opcional (OPT), que permite a los estudiantes internacionales trabajar legalmente en EE. UU. por hasta tres años después de graduarse, es uno de los principales motivos.
Así lo explicó Lindsey López, de la plataforma educativa ApplyBoard. Sin embargo, muchos estudiantes que habían accedido a ese programa perdieron recientemente su estatus legal, como parte de las nuevas medidas. Aun así, López confía en que la diversidad económica y el tamaño del mercado laboral estadounidense seguirán siendo atractivos: “Estados Unidos tiene la economía más grande del mundo, con una enorme variedad de industrias públicas y privadas para que los estudiantes elijan”, afirmó.
Un ejemplo es la Universidad William Paterson, en Nueva Jersey, que cuenta con 10,000 estudiantes y alrededor de 250 internacionales. Su vicepresidente de admisiones, George Kacenga, espera un aumento en la llegada de estudiantes del exterior. La institución ha diseñado programas enfocados en carreras STEM, que permiten acceso al OPT. Aunque hay inquietud por la disponibilidad de citas para visas, la mayoría de los estudiantes, especialmente de India, han logrado agendar sin problemas.
En Shanghái, el profesor Austin Ward, quien enseña literatura en una escuela secundaria con currículo estadounidense, señala que muchos de sus alumnos siguen comprometidos con estudiar en EE. UU., aunque hay miedo. Aunque evita hablar de política en clase, algunos estudiantes le han preguntado directamente por los casos de cancelación de visas. Según Ward, ninguno ha cambiado de opinión, pero el estrés de la situación lo llevó a escribirle una carta a su representante en el Congreso para pedir protección para los estudiantes internacionales.
“Mis estudiantes vienen a expandir sus horizontes, no a causar daño”, dijo Ward.
“Si ellos tienen que vivir con ese temor, si están perdiendo sus visas, entonces Estados Unidos dejará de ser ese referente académico mundial que siempre fue”.