Las Matas de Farfán: ¿Provincia o Capricho Político?

La Constitución y las primeras provincias

Luego de proclamada la Independencia Nacional el 27 de febrero de 1844, el 6 de noviembre de ese mismo año fue promulgada también nuestra primera Constitución, en San Cristóbal, cuyo artículo 4 dividió la República Dominicana en cinco provincias originales: Compostela de Azua (no Azua de Compostela), Santo Domingo, Santa Cruz del Seybo, La Concepción de la Vega y Santiago de los Caballeros. Estas provincias, a su vez, se subdividían en comunes que debían ser establecidas mediante una ley adjetiva.

La fragmentación de Compostela de Azua

Siete meses después, en junio de 1845, fue promulgada la Ley 40, mediante la cual se subdividieron las provincias. A Compostela de Azua le correspondieron: Azua (la capital), Neyba, San Juan, Las Matas de Farfán, Bánica, Hincha, Cahobas, San Rafael y San Miguel (estos últimos cuatro cedidos posteriormente a Haití). Quedando tan diezmada por la pérdida de medio territorio, en 1938 solo conservó las comunes de Azua y San José de Ocoa, ya que en ese año fueron elevadas a provincia Benefactor sus comunes de San Juan, Las Matas de Farfán, El Cercado, Bánica y Elías Piña.

El nacimiento de nuevas provincias

A partir de enero de 1943 fueron elevadas a provincia San Rafael (hoy Elías Piña) las comunes de Elías Piña y Bánica, que pertenecían a Benefactor. A la naciente provincia le fueron añadidos los territorios de El Llano, Guanito y Sabana Larga, que hasta ese momento correspondían a la común de Las Matas de Farfán. Conviene recordar que, mediante la Ley 1521 de 1936, la común de Las Matas de Farfán ya había sido elevada a la categoría de provincia; lo que no le correspondió fue ser designada capital de la misma, un asunto muy distinto.

Si el norte fuera el sur…

Como bien dice Ricardo Arjona en una de sus canciones:“…si el norte fuera el sur, serían los Sioux los marginados; ser moreno y chaparrito sería el look más cotizado; Marcos sería el Rambo mexicano y Cindy Crawford la Menchú de mis paisanos; Reagan sería Somoza, Fidel sería un atleta corriendo bolsas por Wall Street; y el Che haría hamburguesas al estilo double meat. Los yankees de mojados a Tijuana, y las balsas de Miami a La Habana. Si el norte fuera el sur, sería la misma porquería”.

El interés político tras la propuesta

En los últimos años se ha venido considerando elevar a provincia el municipio de Las Matas de Farfán. Nunca faltan los diputados o senadores del momento que buscan congraciarse con los materos para ganar simpatías electorales. El último en insistir es el actual senador de la provincia, a quien, por cierto, le conviene tal división para sus fines proselitistas, ya que la jerarquía se mantiene, pero el radio jurisdiccional disminuye. Sin embargo, el país sería el gran perjudicado con tal modificación territorial, pues ello implicaría incrementar el gasto público para instalar nuevas oficinas administrativas estatales: gobernación, senaduría, tribunales de justicia, direcciones provinciales, entre otras.

Un asunto de ego, no de desarrollo

Existe un grupo minoritario de materos que históricamente han mantenido una resentida y estéril rivalidad con San Juan de la Maguana, desde aquel día en que esta ciudad fue designada capital de la provincia de la que ambos municipios forman parte. Son los mismos que hoy, por ego y capricho, buscan que Las Matas sea declarada cabecera de provincia, aunque solo abarque el mismo territorio que hoy ocupa. Reitero: no buscan ser provincia, buscan ser capital. Un ejemplo claro es que, si se les propusiera crear la provincia Santa Lucía con capital en otro municipio, con seguridad no lo aceptarían.

Conclusión: Una provincia innecesaria

Convertir a Las Matas de Farfán en provincia no responde a necesidades de desarrollo, sino a intereses políticos y a una rivalidad local sin sentido. El costo para el Estado sería elevado, mientras que los beneficios serían nulos para el país. La historia demuestra que la creación de provincias debe obedecer a criterios de gobernanza y desarrollo territorial, no a caprichos personales ni a maniobras electorales.