
Santo Domingo.- En la ciudad de Santiago, bajo el cielo cálido del Cibao, nació el 4 de mayo de 1939 un hombre llamado a marcar con tinta indeleble las páginas de la comunicación dominicana. Pedro Antonio Núñez del Risco, a quien todos conocerían como Yaqui Núñez del Risco, fue mucho más que un rostro de televisión o una voz de radio: fue un arquitecto del lenguaje, un tejedor de palabras, un maestro de generaciones.
Desde joven, Yaqui mostró una pasión irrefrenable por la palabra. Su voz, clara y firme, se convirtió pronto en una herramienta poderosa en los años 50, cuando comenzó a desempeñarse como locutor y cronista en varios periódicos nacionales. Aquella pluma que analizaba y contaba, y aquella voz que informaba y educaba, serían las primeras señales del comunicador excepcional que sería.
Fue en los años 60 cuando Yaqui dio un salto al alma colectiva del país, al lado del inolvidable Freddy Beras-Goico, abriendo una nueva era en la radio y televisión dominicanas. En la década de los 70, juntos encendieron las pantallas con «El Show del Mediodía», un programa que, más que entretenimiento, se convirtió en un punto de encuentro nacional. Más adelante, Yaqui lanzó su propio proyecto: «Otra Vez con Yaqui», reafirmando que su nombre no era solo conocido, sino esperado.

Pero no se detuvo ahí. En su incesante creatividad, ideó múltiples proyectos: «De Noche», «Diario Vivir», «El Tiempo Pasa», «Comida y Comidilla», «Global y Local», «Chiqui Show», «La Alegría del País», «La Vida es una Feria», «En Hora Buena con Yaqui» y «Buen Provecho». Cada uno de estos programas fue una ventana a la vida, al pensamiento, a la cultura y al humor con el sello inconfundible de un comunicador que hablaba no solo para entretener, sino para enseñar.
Además fue gobernador del Aeropuerto Internacional Las Américas.
Fue Gobernador del Bulevar de la 27 de Febrero.
Fue director de representación del Senado de la República Dominicana.
Fue director de comunicaciones del Consejo Nacional para las Comunidades Dominicanas en el Exterior (Condex).
Su estilo era único. No hablaba al público; hablaba con el público. Con una entonación impecable, una dicción precisa y un léxico que elevaba la conversación sin excluir a nadie, Yaqui educaba mientras encantaba. Fue, sin duda, un maestro de la palabra.
Y como todo artista del lenguaje, Yaqui también escribió con el alma. Fue el autor de letras que se volvieron himnos del sentimiento dominicano. Canciones como «Compañera» (Fernando Villalona), «¿Por qué llora la tarde?» (Sonia Silvestre), «Olías a Mujer» (Vickiana), «Lo Ajeno Se Deja Quieto» (Wilfrido Vargas) y «Eso No Va Mi Querido» (Milly, Jocelyn y Los Vecinos), son prueba de que su talento no conocía fronteras ni géneros.
Los reconocimientos no se hicieron esperar. En 2011, la Cámara de Diputados lo reconoció por sus aportes a la comunicación nacional. En 2014, la Universidad Autónoma de Santo Domingo lo nombró Profesor Honorario de la Facultad de Humanidades, celebrando su legado educativo más allá de las aulas.
En su vida personal, Yaqui fue esposo en tres ocasiones y padre de siete hijos. A finales del 2008, su salud comenzó a deteriorarse tras un derrame cerebral. Finalmente, el 8 de septiembre de 2014, a los 75 años, su voz se apagó físicamente en Cedimat, pero su eco continúa resonando en cada rincón del país.

Hoy, al recordar a Yaqui Núñez del Risco, no solo evocamos a un gran comunicador, sino a un hombre que honró cada palabra que dijo, que escribió y que vivió. Su legado es eterno, porque cuando un maestro de la palabra habla al alma de un pueblo, nunca se calla del todo.