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  • Por: Mayte Feliz M.
  • martes 25 noviembre, 2025

El vuelo que nunca cesa: 65 años del asesinatos de las hermanas Mirabal

hermanas mirabal

Cada 25 de noviembre, cuando el calendario se tiñe de memoria y justicia, el mundo entero vuelve la mirada hacia tres mujeres que se negaron a vivir con las alas plegadas. Minerva, Patria y María Teresa Mirabal —las “Mariposas”— siguen volando más de seis décadas después, recordándonos que la dignidad, cuando se defiende con valentía, nunca muere.

Su historia nació en una tierra asfixiada por el miedo. Bajo la larga sombra de Rafael Leónidas Trujillo, República Dominicana aprendió a callar para sobrevivir: su rostro estaba en las monedas, en las escuelas, en los discursos obligados. La dictadura lo controlaba todo, desde los periódicos hasta las oraciones. Pero incluso en los regímenes más férreos, la libertad encuentra hendijas para respirar. Y, en aquella época oscura, las Mirabal fueron esa hendija luminosa.

Minerva fue la primera en desafiar lo prohibido. En una fiesta del régimen, rechazó públicamente al dictador, gesto que encendió la furia de Trujillo y selló el destino de toda su familia. No se rindió. Se unió, junto a sus hermanas, a la Agrupación Política 14 de Junio, organización clandestina que soñaba con devolverle al país la voz que le habían robado. Fue entonces cuando adoptó el nombre de guerra “Mariposa”. Un apodo sencillo, frágil incluso, pero capaz de atravesar el tiempo.

Las tres —Mariposa 1, Mariposa 2, Mariposa 3— distribuyeron panfletos, alentaron resistencia, conspiraron en cocinas, patios y cuartos sin luz. Fueron hijas, esposas, madres jóvenes; pero, sobre todo, fueron mujeres que entendieron que la libertad no se ruega: se conquista. Y por ello pagaron el precio más alto.

El 25 de noviembre de 1960, tras visitar en prisión a sus maridos, fueron interceptadas por agentes del temido SIM. Las golpearon, las estrangularon y arroparon su asesinato con la mentira cobarde de un accidente. Minerva tenía 34 años; Patria, 36; María Teresa, apenas 25. Sin embargo, tal como Minerva había advertido —“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”—, su muerte no silenció la lucha: la multiplicó.

El país despertó. El crimen indignó a una nación entera y quebró el mito de la invencibilidad trujillista. Apenas seis meses después, el dictador caería abatido. Las Mariposas habían quebrado, con su ausencia, lo que tantos intentaron con su presencia.

Décadas más tarde, en 1999, la ONU eligió su fecha para declarar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. No fue un gesto simbólico: fue el reconocimiento de que su historia, nacida en las montañas de Ojo de Agua, pertenece hoy al mundo entero.

Porque, pese a los avances, la violencia sigue respirando entre nosotros. Las cifras son contundentes: mujeres asesinadas en sus hogares cada diez minutos; 230 millones que han sufrido mutilación genital; millones de niñas víctimas de abuso; jóvenes expuestas a violencia digital; una brecha salarial que aún duele. El eco de la desigualdad persiste, y en ese eco resuena el aleteo de las Mirabal reclamándonos que sigamos.

Pero también persiste su legado. Una provincia lleva su nombre. Un museo custodia su historia. Libros, murales, marchas y banderas reproducen mariposas violetas que vuelan juntas cada 25 de noviembre. Dedé, la hermana sobreviviente, dedicó su vida a proteger su memoria. “Quedé viva para contarles la historia”, solía decir. Y lo hizo, para que ninguna generación olvide lo que ellas demostraron: que la resistencia florece incluso en la tierra más hostil.

Hoy, cuando el mundo vuelve a hablar de las Mirabal, no lo hace desde la nostalgia, sino desde el compromiso. Las Mariposas ya no vuelan solas. Millones de mujeres y aliadas continúan su vuelo: en cada denuncia, en cada marcha, en cada pequeño acto que desafía la violencia cotidiana. Porque a veces basta un aleteo —un gesto, una palabra, un acompañamiento— para encender un movimiento imparable.

Y así, desde la brisa tibia de República Dominicana hasta las calles del mundo, las hermanas Mirabal siguen planeando sobre nuestra conciencia colectiva. Recordándonos que un país, una vida, una historia, pueden cambiar para siempre cuando alguien decide, simplemente, no dejar de volar.

Día Internacional Contra Violencia

Hermanas Mirabal. © casamuseohermanasmirabal.com

Hermanas Mirabal. Mausoleo

Mausoleo de las hermanas Mirabal. © casamuseohermanasmirabal.com

Las hermanas Mirabal, símbolo de la violencia de género

Mural homenaje a las hermanas Mirabal
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