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  • Por: Carlos MacCoy
  • viernes 10 marzo, 2023

Del infierno a la gloria

En la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo Molina, cuando un soldado cometía cualquier tipo de indisciplina, el peor castigo era mandarlo a prestar servicio a la frontera.  Ese lugar estaba prácticamente fuera de la civilización. Sin agua corriente, ni energía eléctrica.

Inexistente o muy precaria comunicación con el resto del país.  Los lugareños decían que llamar al averno dentro del área de la línea divisoria con Haití era muy barato pues se consideraba una llamada local.

Demás está decir que el humor, el temperamento y la frustración de esos soldados, desde el humilde recluta hasta el más encumbrado oficial debería ser de todos los diablos.

Hoy, las cosas en la línea divisoria han cambiado radicalmente. Se puede decir que han dado un giro de exactamente 180 grados.  De Infierno se ha convertido en un paraíso castrense.  Una orden de traslado a un puesto en un punto militar fronterizo vale mucho dinero.

¿Cuál ha sido el cambio para lograr ese giro hacia la bonanza en la línea fronteriza?, la venta de pases a Dominicana desde el vecino Haití. Cada transacción se calcula en unos RD$5,000 (cinco mil pesos dominicanos, más o menos unos $100.00 dólares.  Esto quiere decir que, con una transacción diaria, un soldado ganaría más semanalmente que el sueldo que recibe mensual de su institución. Si calculamos que, según el presidente Luís Abinader, en esa zona hay 17,0000 soldados. Más el personal civil que trabaja en aduanas, migración impuestos internos, cancillería, entre otras instituciones gubernamentales. Sumado a los moto conchos y los transportistas dominicanos y haitianos que también se dedican al ilegal negocio, podríamos estar hablando de unas 20,000 personas. Si cada una de ellas hiciera solamente una operación de ese tipo, diariamente estarían entrando ilegalmente a nuestro país 140,000 haitianos por semana. Generando el ilegal trasiego humano unos 100 millones de pesos diariamente.  ¿cree usted amigo lector, que con este nivel de negocio y de ganancias, sin invertir un centavo. ¿Es posible “sellar la frontera como ha declarado en varias ocasiones el presidente?”.

Por lo que acabamos de señalar, en la “línea” no hay que resolver nada. En realidad, ahí no hay problemas. Todo lo contrario. A cualquiera le dan ganas de “engancharse” al ejército, pues usted puede entrar con el rango de un pobre raso y si tiene la suerte o la influencia para que lo envíen allí, en muy poco tiempo se podría retirar como un acaudalado coronel.

Quien se hubiera imaginado que la mítica ciudad de “El Dorado”, buscada por los conquistadores españoles en América del sur no quedaba en el virreinato de Nueva Granada sino en el lejano sur oeste de la República Dominicana.

¡Ay espíritu patriótico de Juan Pablo Duarte! No los perdones, porque sí saben lo que hacen.

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