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Nacionales 
  • Por: Máximo Manuel Pérez
  • viernes 15 septiembre, 2023

Históricamente Haití siempre ha rechazado el arbitraje internacional para dirimir sus conflictos fronterizos con RD

SANTO DOMINGO, RD. – Según recopilaciones históricas a propósito del nuevo giro del conflicto fronterizo con Haití, esa nación siempre se ha opuesto a un arbitraje internacional.


Esa posición ese a su objetivo de continuar su objetivo con el rio “Masacre para aprovechar su agua para regar más de 3,000 hectáreas de tierra en la llanura de Maribaroux, al nordeste de la isla.


A raíz de la decisión del presidente Luis Abinader de disponer el cierre total de la frontera d unos 360 kilómetros, ha trascendido que desde 2018, el Gobierno haitiano implementa un proyecto para construir un sistema de riego impulsado por las aguas del río Masacre.


En ese sentido, sectores haitianos citan que, en abril de 2021, soldados dominicanos del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (CESFRONT) ingresaron a territorio haitiano para intimidar a los trabajadores y detener la obra. El acuerdo alcanzado el 27 de mayo de 2021, de conformidad con el derecho internacional, permitió continuar con los trabajos.


Con un 60% de avance, estos trabajos están interrumpidos desde la muerte del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021.


En agosto de 2023, los agricultores de Ferrier y Ouanaminthe (Juana Méndez) decidieron continuar el trabajo.


El Gobierno dominicano protesto contra esta iniciativa y amenazo con cerrar las fronteras marítimas, aéreas y terrestres con Haití y suspender la expedición de visas a ciudadanos haitianos.


Desde tiempos históricos, la relación entre la República de Haití y la República Dominicana ha conllevado una tensión intrínseca, que inicio de la separación de la isla en dos partes: resultado de la lucha entre dos grandes potencias coloniales europeas rivales de la época, en este caso Francia y España. Esta tensión sigue ahí, en estado latente. Basta una circunstancia para que estalle el conflicto entre los dos países.


La noche del 11 al 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón –que buscaba llegar a las Indias Orientales por el Atlántico en nombre de la reina Isabel de España– desembarcó en una isla del archipiélago de las Bahamas a la que dio el nombre de San Salvador.

Convencido de que estaba “en las Indias”, Colón dio a los nativos el nombre de “indios”. El 28 de octubre Colón llegó a otra isla a la que luego llamó Juana , en honor al Príncipe Don Juan: esta isla se conoce hoy como Cuba. El 6 de diciembre Colón atracó en Môle Saint-Nicolas: una pequeña isla contigua a una isla grande que los nativos llamarían Bohio .

Con los hombres que lo acompañaron a bordo de sus tres carabelas (la Niña , la Pinta y la Santa María)), Cristóbal Colón se instaló en esta isla y la llamó Española (Hispaniola, en francés) por su parecido con Castilla.


Francia aprovecha la presencia de sus nacionales que llevan a cabo actividades de piratería y filibusterismo alrededor de la Isla Tortuga para desplegar fuerzas de guerra allí.

Lo que desembocó en el Tratado de Ryswick firmado en 1697, por el que España cedió a Francia la parte occidental de la isla que la rebautizó como Saint-Domingue (que se convirtió en Haití al momento de la Independencia en 1804); España conserva la parte oriental (República Dominicana).


Desde la separación, España y Francia han seguido disputándose el límite fronterizo.

En 1731, para poner fin a este conflicto fronterizo, las dos potencias firmaron una Convención. Éste fija: por un lado, la frontera entre la colonia francesa (Saint Domingue, actual República de Haití); por otro lado, la colonia española (Santo Domingo, actual República Dominicana).

Pero la disputa en torno a la frontera continúa sin cesar. El 3 de junio de 1777, los dos países, entonces liderados por los Borbones, se vieron obligados, una vez más, a rubricar el Tratado de Aranjuez.

La nueva ruta devuelve a España parte del territorio en manos francesas. Se trata más precisamente de la parte central que había sido concedida a Francia durante el Tratado de Ryswick de 1697. Sin embargo, la hostilidad en torno al límite fronterizo no ha cesado.

España intentará incluso recuperar la parte francesa. Pero el resultado de la Guerra de la Convención (1793-1795) por el Tratado de Basilea firmado el 22 de julio de 1795 llevó al resultado contrario: Francia renunció a las tierras conquistadas en Cataluña; España entrega la parte oriental de la isla Hispaniola.


Sin embargo, España está maniobrando sobre el terreno. De ello tenemos un eco en una carta dirigida al Marqués del Campo, el 27 de junio de 1797, por el ministro francés Delacroix.

En esta correspondencia, este último acusa “a las autoridades españolas de la colonia de seguir una política francófoba y de haber permitido intercambios entre sus enemigos y los habitantes de Bânica, de Las Cahobas y de Neiba”.

El ministro Delacroix se refiere a la complicidad entre las autoridades españolas de la colonia y sus enemigos británicos.

De hecho, en febrero de 1793, este último había firmado el Acuerdo de Whitehall con los contrarrevolucionarios franceses de las posesiones francesas de Saint-Domingue, Martinica y Guadalupe. Se trata de un acuerdo de sumisión a la realeza inglesa que garantiza a estos colonos la conservación de los bienes de sus esclavos.

De hecho, en Santo Domingo, el gobernador Joaquín García se prepara más para defender el territorio contra las fuerzas francesas que para cedérselo.


En 1800, Toussaint Louverture fue el encargado de ejecutar los términos del Tratado de Basilea del 22 de julio de 1795 por el que España cedió la parte española a Francia: la invadió y anexó. Se convirtió así en gobernador vitalicio de toda la isla según la Constitución del 3 de julio de 1801.

Pero, el 20 de febrero de 1802, la flota expedicionaria napoleónica al mando del general Leclerc, encargada de restablecer la esclavitud en las colonias francesas de las Antillas, tomó posesión de la parte española.

Pero perderá la guerra en la parte occidental. El 1 de enero de 1804 Santo Domingo proclamó su independencia bajo el nombre de Haití.


Durante la Guerra de la Independencia, muchos franceses de Saint-Domingue se refugiaron en la parte oriental recuperada por Francia. Este barrio esclavista constituye una amenaza para el nuevo Estado y revive el credo geopolítico louvreuriano: “el mar como frontera” .

Principio que fundó el proyecto de unificación de la isla llevado a cabo por los primeros líderes haitianos: “de Toussaint Louverture a Soulouque, pasando por Dessalines, Boyer, Rivière Hérard y Pierrot”.

Luego orientaron su estrategia en una doble dirección. El primero se refiere a la construcción de una capacidad de defensa del territorio independiente mediante la fortificación.

La segunda dirección se refiere a la conquista de la parte oriental. De ahí las expediciones conocidas con el nombre de “campañas orientales”.


En marzo de 1805, el ejército haitiano sitió Santo Domingo.

El asedio se levanta tras el desembarco de las tropas francesas en el puerto de Saint Domingue. El presidente Jean-Pierre Boyer (18 de octubre de 1820 a 13 de marzo de 1843) logró unificar la isla en 1822-1843.


En 1844, la parte oriental proclamó su independencia y tomó el nombre de República Dominicana.


Pero, ese mismo año, el general Louis Pierrot se hizo cargo del ejército para reconquistar este territorio. Pero retrocedió antes incluso de llegar a Santo Domingo.


La difusión de un rumor sobre la muerte del actual presidente, Rivière Hérard, siembra confusión entre las tropas. Entre 1849 y 1855, Faustin Soulouque, hizo tres intentos de reconquistar la parte oriental.


En 1895, fue gracias a la intervención de la Santa Sede que se pudo evitar una guerra entre los dos países.

Así, podemos leer en la obra titulada Arbitraje del Santísimo Padre el Papa entre la República de Haití y la República Dominicana el (…) : “Haití siempre había rechazado el arbitraje, considerando que no había necesidad de recurrir a la intervención amistosa de un tercer poder para reconocer el significado de una buena disposición que ella veía tan claramente. […] Pero las nuevas condiciones de la propuesta de arbitraje y el nombre del Santo Padre determinaron que el gobierno aceptara este momento”.


El Tratado de Fronteras y Paz del 21 de enero de 1929 firmado en Puerto Príncipe por los presidentes Horacio Vásquez y Louis Borno proporciona una solución duradera a la disputa territorial entre ambos países. Así, 4572 km² fueron cedidos a Haití por la República Dominicana.

Este tratado se completa con otros dos textos. El primero es el Acuerdo del 17 de febrero de 1935, firmado también en Puerto Príncipe por los presidentes Sténio Vincent y Rafael Leónidas Trujillo Molina, destinado a resolver la cuestión de la línea fronteriza.

El segundo texto se refiere al Protocolo Adicional del 9 de marzo de 1936 firmado por los mismos presidentes en la capital haitiana, por el cual la República Dominicana cede a la República de Haití 1.628 km² adicionales.


Existen cuatro (4) cruces en la frontera haitiano-dominicana: 1) entre Juana Méndez y Dajabón; 2) entre Belladère y Comendador; 3) entre Fonds-Parisien y Jimaní; 4) entre Anse-à-Pitres y Pedernales.


Junto a estos puntos, existen aproximadamente sesenta y cinco (65) otros puntos de cruce conocidos pero no regulados. Además de estos puntos, existen más de noventa y siete (97) otros puntos de cruce ilegales.


La tensión entre ambos países sigue ahí, en estado latente. Todo lo que se necesita es una circunstancia para que surja el conflicto. En efecto, entre el 2 y el 4 de octubre de 1937, el ejército dominicano emprendió una auténtica limpieza étnica contra los haitianos establecidos en el lado dominicano.

Los inmigrantes y los nacionales haitianos establecidos en las ciudades del noroeste de la República Dominicana son perseguidos y luego asesinados con cuchillos. Leslie F. Manigat estima que el número de haitianos asesinados durante esta masacre es “entre 15.000 y 20.000”.


El 25 de septiembre de 2013, la Corte Constitucional de la República Dominicana, máximo tribunal del país, adoptó una resolución privando de la nacionalidad dominicana a los descendientes de inmigrantes "en tránsito" -o que no cuenten con documentos de residencia al momento de declarar el nacimiento de su hijo nacido después de 1929.


Considerados por el Estado “en tránsito” en territorio dominicano, sus hijos ya no pueden conservar su nacionalidad. Esta resolución convierte en apátridas a muchos dominicanos de origen haitiano que ya no tienen ningún vínculo con Haití.


La iniciativa de agosto de 2023, procedente de los agricultores de Ferrier y Juana Méndez, de continuar las obras de construcción del canal, es sólo una oportunidad para reactivar un viejo conflicto. Ya se ha llegado a un acuerdo entre los dos países sobre esta cuestión, de conformidad con el derecho internacional.

Toda la cuestión sigue siendo la actitud de las autoridades haitianas con respecto a las cuestiones vitales y estratégicas de Haití. ¿A través de qué prismas abordarán esta crisis? ¿Qué palancas piensan utilizar para resolverlo?

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