República Dominicana -En varios complejos turísticos de Punta Cana (República Dominicana), los flamencos deambulan por el recinto, vadean estanques artificiales y se alimentan de trozos de comida dejados por los turistas.
Los visitantes publican en las redes sociales fotos y vídeos de ellos mismos acercándose a las aves, atraídos por el exotismo de estos animales rosados y de piernas largas con el telón de fondo de unas vacaciones en una playa tropical.
Pero tras las encantadoras publicaciones en las redes sociales, las cosas no son tan halagüeñas para los flamencos.
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En la localidad de Monte Cristi, un mural de la artista Kilia Llano pone de relieve el problema de la captura de flamencos en la naturaleza.
Tres flamencos pasean por un complejo turístico de la región de Bávaro. Los turistas suelen dar de comer a las aves y hacerse fotos con ellas, sobre todo alrededor de la piscina.¿
Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica al flamenco caribeño (también conocido como flamenco americano) como "de menor preocupación", hay pruebas que sugieren que la población está disminuyendo en la isla caribeña, afirma María Milagros Paulino, directora de la organización dominicana sin ánimo de lucro Grupo Acción Ecológica.
"Cuando se ven flamencos, se ven en grupos, por lo que da la impresión de que son numerosos", dice Paulino a través de un traductor.
El fenómeno de los flamencos que viven en complejos turísticos llevaba años aumentando, sobre todo en la región de Bávaro, en Punta Cana, dice Eladio Fernández, conservacionista y fotógrafo dominicano. En 2020, realizó un censo informal de cuántas aves vivían en los complejos turísticos de Bávaro desplazándose por las fotos de TripAdvisor. No se sabe exactamente cómo llegaron los flamencos a los distintos resorts ni quién se encarga de llevar a las aves hasta allí.
Según Fernández, el personal de los propios hoteles no sabe de dónde proceden los flamencos. En algunos casos llevan allí mucho tiempo, mientras el personal rota entrando y saliendo.
En 2020, contó 163 flamencos en 41 hoteles. En la República Dominicana viven entre mil y 3000 flamencos caribeños. Como esas aves no crían, no están reponiendo la población, dice Fernández.
En colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Zoológico Nacional de Santo Domingo, el Grupo Acción Ecológica, Fernández pasó tres años coordinando y recaudando fondos para poner en marcha una organización sin ánimo de lucro llamada Rescate Rosado.
Los empleados del Ministerio recogen a los flamencos y los trasladan a Rescate Rosado y a los empleados del zoo, que finalmente los devuelven a su hábitat natural, explica Fernández. Hasta ahora, la organización sin ánimo de lucro ha retirado 66 aves de complejos turísticos de la República Dominicana, y dicen que no han hecho más que empezar.
Nelson García Marcano, director del Departamento de Biodiversidad y Vida Silvestre del Ministerio de Medio Ambiente de la República Dominicana, retira un flamenco de un complejo turístico de Bávaro. Este animal forma parte del primer rescate de la historia de Rescate Rosado.
Debido a los esfuerzos por eliminar a los flamencos, debería haber menos de un centenar viviendo en los complejos turísticos de Bávaro, pero es difícil saberlo con seguridad, afirma Fernández.
Trampas mortales
Al otro lado del país, en el Parque Nacional de Monte Cristi, no se encuentra el prístino entorno de los complejos turísticos. En su lugar, hay lagunas saladas y manglares fangosos a los que sólo se puede acceder en moto.
Este es el hábitat natural de los flamencos caribeños; también es un popular lugar de captura. Y es aquí donde Paulino, colaborador de Rescate Rosado, trabaja para retirar las trampas, hechas con estacas de madera sujetas a dos lasos de hilo de pescar.
El grupo de Paulino detectó las trampas por primera vez en 2009 y desde entonces las ha estado denunciando a las autoridades, pero la práctica no ha cesado y se espera que vuelva a aumentar este invierno y primavera, dice Fernández. Una vez, cuenta Paulino, vio a un trampero que llevaba nueve flamencos en una bolsa. En un viaje a principios de 2023, el Grupo Ecológico recogió 706 trampas en tres lugares.
El rudimentario método de captura también puede dañar, o incluso matar, a las aves, algo que Fernández ha visto de primera mano sobre el terreno. Un flamenco puede estar paseando y "de repente se le cae la pata en el lazo y cuando tira, queda atrapado", dice Fernández. Pueden quedar atrapados por una rodilla o un tobillo, y luchar por liberarse, lo que les agota, sobre todo porque el agua les empantana las alas.
Un flamenco rescatado, uno de los muchos a los que se les han cortado las plumas para evitar que se escapen de hoteles y complejos turísticos, entra en rehabilitación en el Parque Zoológico Nacional de la República Dominicana.
Los tramperos utilizan un rudimentario sistema de estacas de madera sujetas a hilo de pescar para atrapar a las aves.
Los tramperos, mientras tanto, podrían no volver en días, dejando a las aves (o a cualquier otro animal atrapado en el dispositivo) en una situación precaria. "Es una trampa mortal para los flamencos si no los sacan pronto", dice Fernández.
La primera vez que Fernández fue al Parque Nacional de Monte Cristi a buscar trampas con Paulino, encontraron un flamenco muerto todavía en una trampa. Probablemente llevaba allí meses.
Aves en apuros
"Algunos [flamencos del complejo] están bien cuidados y otros no", dice Fernández.
A algunos de estos flamencos se les cortan las plumas secundarias, lo que dificulta el vuelo, como ha observado Fernández. A otros se les extirpa quirúrgicamente un hueso de las alas. Esto inmoviliza al ave de por vida, lo que puede durar hasta 60 años, dice Fernández. No se sabe quién corta las plumas o quita los huesos.
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Flamencos esperan a ser liberados en el Parque Nacional de Monte Cristi.
Varios complejos turísticos que albergan flamencos declinaron ser entrevistados para este artículo.
Fernández también ha sido testigo de cómo los flamencos reciben comida para mascotas, lo que con el tiempo desvanece el vibrante color rosa que adquieren al alimentarse de su dieta nativa de gambas y otros pequeños crustáceos. Las aves también cambian de comportamiento, se acostumbran a la gente y les piden comida, como ha visto Fernández.
Pero hay al menos un rasgo que los flamencos quizá no hayan perdido. Fernández ha visto un caso en el que los flamencos, que forman estrechos lazos sociales, permanecieron al lado de un compañero cautivo al que habían cortado las alas.
Dos antiguos cazadores de flamencos colaboran con el proyecto, compartiendo sus conocimientos sobre el trampeo. Y la gente está denunciando en las redes sociales a los influencers que publican fotos de los flamencos del complejo.
A mayor escala, Fernández participará en un censo oficial de flamencos en 2024, que espera que pueda llevar a que la especie se incluya en la lista de especies en peligro de extinción de la República Dominicana.
"Esto es algo que podemos arreglar. Podemos corregir un error", afirma Fernández.
Una vista aérea muestra la laguna donde se liberarán los flamencos en el Parque Nacional de Monte Cristi.
Derecha:
Un miembro del Zoo Nacional sostiene con cuidado a un flamenco. Todos los animales necesitan masajes para que la sangre circule correctamente por sus patas.
En febrero de 2023, los huéspedes vieron cómo se retiraban ocho flamencos de un complejo turístico de Bávaro que cooperó con el rescate. Las aves, envueltas en medias para mantenerlas inmovilizadas, fueron transportadas en una camioneta al zoológico nacional, donde fueron examinadas.
Según Tatiana Carreño Pinto, veterinaria del zoo, las condiciones de las aves variaban. Algunas estaban por debajo de su peso, mientras que otras eran demasiado pesadas para volar, pero en general todas estaban sanas.
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Tatiana Carreño, veterinaria del Zoológico Nacional de la República Dominicana, se emociona y llora cuando ve volar a los flamencos recién liberados.
Una vez que los veterinarios examinan a las aves, las meten en un corral aislado durante dos o tres meses y, en este entorno controlado, las asustan deliberadamente para que recuperen su miedo natural a las personas.
Una mañana de ese mismo mes, los científicos cargaron 12 flamencos en un camión y los llevaron al Parque Nacional de Monte Cristi. Una vez allí, los veterinarios les dieron masajes en las patas para favorecer la circulación.
Luego, un barco transportó a las aves a la laguna, donde les esperaba otro corral bajo mangles negros. Abrieron las alas y caminaron por el espacio reducido, donde los flamencos se adaptarían a su nuevo entorno.
Los animales recién liberados exploran su nuevo hogar.
A la mañana siguiente, llegó el momento. Los 12 flamencos, siete de los cuales eran de complejos turísticos, volaron o se alejaron hacia la laguna mientras el equipo de rescate los observaba, cuenta Fernández.