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  • Por: Mayte Feliz M.
  • viernes 18 abril, 2025

La tensa relación de Mario Vargas Llosa con su padre por su vocación literaria

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Mario Vargas Llosa, uno de los escritores más célebres de la literatura latinoamericana, vivió una niñez marcada por la ausencia emocional de su padre, Ernesto Vargas Maldonado. Aunque su padre fue una figura distante en su vida, Vargas Llosa pasó gran parte de su infancia y adolescencia, cargando con el peso de una relación tensa, repleta de desencuentros y malentendidos.

La historia de su relación con su padre, en gran parte marcada por la rigidez y la falta de comunicación, dejó una huella indeleble en su vida y en su carrera literaria. Vargas Llosa nació el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, Perú.

Fue solo a los diez años cuando su madre, le reveló la verdad: su padre aún vivía. Este descubrimiento no hizo más que aumentar la distancia emocional entre ellos. No solo había crecido con la idea de que su padre estaba muerto, sino que cuando conoció la verdad, la relación fue distante y cargada de tensión.

Nunca se llevó bien con su padre

El escritor recordó ese periodo con frustración, describiendo cómo la relación con su padre fue siempre tensa. En una entrevista con El PaísVargas Llosa relató cómo su padre se mostraba rígido y distante. A lo largo de su vida, Ernesto Vargas no solo rechazó la vocación literaria de su hijo, sino que la idea de que un escritor pudiera ser alguien digno de respeto le resultaba repulsiva.

Según el propio escritor, su padre pensaba que todos los escritores y poetas eran “borrachos o maricones”, lo que generó en él un rechazo aún mayor hacia la figura paterna. Esta actitud de Ernesto Vargas fue uno de los factores que acentuó la confrontación entre ambos.

En un intento por alejarlo de la literatura, a los 14 años, Ernesto decidió inscribir a su hijo en el colegio militar Leoncio Prado. La intención de su padre era clara: quería que Mario se alejara de los libros, adoptara una disciplina estricta y se adaptara a un estilo de vida más tradicional y riguroso.

Sin embargo, esta estrategia resultó completamente infructuosa. Durante su tiempo en el colegio, Vargas Llosa no solo continuó su relación con los libros, sino que además encontró en esa institución una forma de expresión literaria. En su tiempo libre, escribió pequeñas novelas eróticas y ayudó a sus compañeros de escuela a redactar cartas de amor para sus novias.

Fue esta época en el colegio Leoncio Prado la que sirvió de inspiración para su primera gran obra, La ciudad y los perros (1963), un libro que rompió con las convenciones del momento y que se convirtió en un hito en la literatura latinoamericana. “Él me había quitado a mi mamá, pero además era un hombre muy rígido, muy duro. Mi vocación literaria fue la manera de resistir su autoridad”, mencionó en entrevista a El País en el 2023.








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