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  • Por: Cándido Mercédes
  • viernes 23 junio, 2023

Talento humano y el aprendizaje de las habilidades blandas

“Todos los adelantos significativos fueron rupturas con las antiguas formas de pensar”. (Thomas Kuhn).

Dedicado a María Teresa Cabrera Ulloa, mujer inagotable, intensa, infatigable, tesonera, tenaz e inteligente.

El talento humano son las personas dotadas de competencias, sin embargo, tiene como espina dorsal, como evidencia factual, el comportamiento. No basta el saber, que es conocimiento. El talento requiere como elemento sine qua non, la habilidad, que es poder hacer, la capacidad de transformación del conocimiento en resultado.


El talento humano entraña la capacidad cognitiva. La competencia técnica alrededor de un puesto, quehacer de la dimensión humana. Es imprescindible esa competencia técnica para lograr como primer eslabón, como primer peldaño, la génesis de la competitividad. La competencia técnica nos abre la primera puerta para potencialmente ser seleccionados en una organización, en una empresa o en un alto puesto público. Sin embargo, no nos garantiza la permanencia en el cargo ni mucho menos el éxito garantizado. Esa competencia cognitiva, técnica, nos recrea en el proceso de reclutamiento y selección, la posibilidad de alcanzar la cima momentánea.


Verbigracia: En un proceso de reclutamiento donde hay un potencial de 200 candidatos, finalmente, se presentan 30 candidatos, en el proceso de filtración, de refinamiento de la arena o de tamización quedan 20, de ahí se deslizan 10 a ser entrevistados. Y nos encontramos en el telón con solo 5 candidatos en la entrevista final. Uno solo se elegirá y 4 quedarán en el banco de elegibles o banco de talentos. ¿Qué buscamos a lo largo de ese proceso de reclutamiento y selección del talento humano?


Lo primero es la descripción del puesto o el perfil del cargo, que consiste en las tareas generales y específicas, las funciones típicas propias del puesto. La naturaleza del cargo y su grado de relacionamiento y jerarquización en la organización. Cuando definimos la descripción hacemos una abstracción de la persona. La descripción es el conjunto de acciones y decisiones que se deben de emprender en un cargo o puesto determinado, para que cumpla su misión y los objetivos para el que fue diseñado. Una definición adecuada y efectiva dentro del proceso del subsistema de reclutamiento y selección, es la antesala de la descripción y especificación del puesto. Constituye la base objetiva, empírica, factual, para todos los demás subsistemas de la gestión del talento humano.


La especificación es el conjunto de conocimientos y de experiencias que debe de tener una persona para suponer que hará con éxito el puesto al que aspira. El error, todavía, en República Dominicana, sobre todo para los puestos gerenciales, es no haber comprendido que las capacidades cognitivas, técnicas, son necesarias, empero, no suficientes.


Howard Gardner, tan temprano como en los años 1983, nos hablaba de las inteligencias múltiples (7) y que cada una de ellas determina ciertas habilidades. Entre esas múltiples inteligencias señalaba:

  1. La Inteligencia lógico-matemática.
  2. La Inteligencia verbal.
  3. La Inteligencia musical.
  4. La Inteligencia espacial.
  5. La Inteligencia corporal-cinésica.
  6. La Inteligencia interpersonal.
  7. La Inteligencia intrapersonal.

Daniel Goleman, por allá por el año 1995, nos habló de la inteligencia emocional, de la inteligencia social, que vendrían a ampliar la concepción de Gardner. Más allá de las pruebas de personalidad y de las distintas teorías de la personalidad, que han de configurarse en el seno de una organización, lo trascendental, lo nodal, para cobijarnos en el paragua del Siglo XXI, es la impostergable asunción de las habilidades blandas o habilidades suaves o soft skills o competencias blandas.

Las habilidades blandas son parte de las herramientas de la pedagogía alternativa o si se quiere, las destrezas del Siglo XXI. Educar, formar, capacitar, entrenar, hoy, en todos los ámbitos, requiere de manera inexorable de las habilidades blandas. Las habilidades blandas configuran las actitudes. Actitudes y aptitudes se complementan. Han de estar unidas, alineadas, de manera inextricable. La competencia cognitiva-técnica es inevitablemente necesaria, no obstante, sin las habilidades blandas no llegan a un quinto inning de 9, y los cuatro alcanzados de seguro que fueron con muchos obstáculos, con muchas dificultades.

Cuando hablamos de la capacidad de desarrollar la adaptabilidad, el pensamiento crítico, el optimismo, la empatía, la sinergia, la proactividad, la resiliencia, gestionar los conflictos, de aprender a trabajar con presión, de trabajar en equipo, de desarrollar el liderazgo, de comunicar con efectividad, de escuchar con empatía, de primero entender y luego ser entendido, de la búsqueda del equilibrio en medio de la flexibilidad, de desarrollar la tolerancia, de comprender la dimensión de la multiculturalidad.

Todo ello es parte sustancial de las habilidades blandas o competencias blandas. No significa contraponer las habilidades duras (cognitivas – técnicas) con las blandas. Al contrario, de manera ineludible deben de caminar al unísono. Hoy no se llega al verdadero éxito personal, social, profesional, sino hay un desarrollo de las competencias blandas. Saber, que es el conocimiento per se, no te catapulta, no te potencializa al máximo para lograr el éxito, sobre todo, donde hay otros actores. Podrá ser un buen intelectual, un buen académico, en “cuasi el trabajo aislado”.


Sin embargo, un líder de larga mirada, un dirigente confiable, un ejecutivo con resultados tangibles, amerita de las habilidades blandas, que en el seno de la sociedad dominicana no se socializa ni en las escuelas, ni en los partidos políticos y muy poco en las universidades. Decía Goethe, con mucha propiedad, “Las cosas que más importan no deben estar nunca a merced de las cosas que importan menos”. En nuestra sociedad, como parte de esa carencia, falencia, de saber priorizar y encontrar las oportunidades, fuente primigenia de las habilidades blandas, nos resulta tan difícil generar los cambios que ameritamos como país, como nación, como sociedad, como pueblo.


Cuando nos abocamos a como alumbrar para buscar la necesaria claridad en la diafanidad y nitidez de lo que queremos sabiendo manejar el cuadrante de la administración del tiempo, de generar todo el potencial de energía merced a una loable introspección y aumentamos la necesidad de alcanzar objetivos, de aumentar la productividad y de potencializar el caudal de influencia con valores, estamos propiciando las competencias o habilidades blandas.


¿Qué son conceptualmente las habilidades blandas, suaves o competencias blandas o habilidades socioemocionales? “Son aquellas que impulsan la inteligencia emocional. Están enfocadas en desarrollar ciertos valores y rasgos que fomentan la comunicación y la relación efectiva de una persona con aquellas que le rodean”. Las habilidades duras constituyen las competencias relacionadas linealmente con las tareas típicas, con la descripción del cargo que ha de desempeñar una persona. En cambio, las habilidades que conforman las competencias blandas o suaves están vinculadas al eje transversal del comportamiento del ser humano, al cuerpo de su desempeño social, de su liderazgo y del buen y efectivo logro emocional. Por ejemplo, el caso de la fiscal y el conflicto con los policías en La Romana. Fue una expresión típica de falta de habilidades blandas de parte y parte. Se impuso la intolerancia, la arrogancia y la soberbia y, al final, el colofón inevitable: la fuerza.


Enrique Rojas definió la inteligencia como “La lucidez de la razón, la capacidad de separar lo accesorio de lo fundamental; de captar la realidad, con su complejidad y conexiones”. Podemos tener un coeficiente intelectual (CI) de 140, 150, 160…. 225; esto es categoría de genio. No obstante, la falta de habilidades blandas nos dificulta los resultados, poder trabajar con los demás y airear permanentemente los siete pecados capitales (la soberbia, la ira, la lujuria, la gula, la avaricia, la pereza y la envidia). Las competencias blandas tienen que ver con la capacidad de adaptación a los cambios, la tolerancia a la presión del entorno. Se sumergen las habilidades blandas en cómo desarrollar la resolución de conflictos, como desarrollar las actitudes positivas, el desarrollo y crecimiento de la proactividad, la capacidad de desarrollar la empatía.


Las habilidades blandas “Son aquellas que no son cognitivas, sino que se refieren al conocimiento y la relación con los demás y con uno mismo”. La inteligencia social, expresión de la sociabilidad, así como la competencia intercultural, se recrean en las habilidades suaves. El buen logro de cómo combinar sabiamente los distintos roles como ser humano (familia, pareja, ocupacional y social), así de como delimitar marcadamente los intereses personales, particulares y organizacionales en el equilibrio de lo que verdaderamente importa en cada contexto, con responsabilidad, y espíritu ético, fraguado y expresado en la entereza, la templanza, contonean y sublimizan las habilidades blandas.


Las habilidades blandas conforman, configuran, crean y recrean, en toda organización, un espíritu de entrega que coadyuva y desarrolla la confianza, la cultura de la civilidad como espacio de cohesión social y fortalece la cultura como fuente dinámica para validar las diferencias en la tolerancia, para obtener resultados halagüeños tanto individuales como colectivos. Nos conducen al crecimiento permanente para entender a los demás, transformándonos todos como fuente inagotable e infinita de la evolución de la existencia humana como parte de su propia naturaleza.

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