Hay un merengue de Fernandito Villalona, titulado “Si siguen apretando la tuerca, se puede correr la rosca”, que sintetiza el lúgubre escenario de alzas de los precios de la gasolina y productos de la canasta básica familiar, en el gobierno de don Antonio Guzmán (abril de 1981), que provocó grandes manifestaciones populares en protesta a las medidas gubernamentales; pidiendo el vicepresidente Jacobo Majluta, “candela” para el pueblo que reclamaba, resultando asesinado el periodista Marcelino Vega; mofándose Hatuey de ese pueblo indefenso, con la expresión: “sin apoyo de la guardia, no se tumban gobiernos”.
Quienes presenciaban la lucha libre escenificada por Dominicana de Espectáculos, cuyos protagonistas eran Jack Veneno en representación de la cuadra técnica; y Relámpago Hernández, por la ruda, deben recordar que cuando un luchador rudo se encontraba en apuros por los contundentes golpes del técnico, recurría al subterfugio de aplicar “piquete en los ojos”, con lo que dejaba ciego al adversario por algún momento, mismo que aprovechaba para propinarle todo tipo de “golpes bajos”. A los dominicanos nos dieron “piquete en los ojos” y ahora viene el golpe bajo con indumentaria de reforma fiscal.
Muy pocos nos dimos cuenta, que a nivel nacional el gobierno produjo a través de la Dirección General de Catastro Nacional, una revalorización de los terrenos, a tal magnitud que lugares en donde el precio por metro cuadrado estaba tasado por la DGII a Rd$1,500.00, ha sido llevado a RD$9,000.00 y RD$10,000.00 por metro. Por ahí inició el primer “fuetazo”, ya que siendo 3% el impuesto a la transferencia inmobiliaria, mientras que un solar de 300 M2 que hace un año pagaba RD$13,500.00 ante la DGII, hoy debe pagar RD$30,000.00.
No conformes con precios tan elevados en los terrenos, cualquier “ranchito” de un sacrificado maestro de escuela pública, que lo hace amarrándose las “tripas”, tendrá un valor sobre los 10 millones de pesos, debiendo pagar RD$50,000.00 anuales, por concepto de IPI. Eso quiere decir, que el salario de Navidad que el gobierno por un lado otorgará a esos infelices, se lo quitará por el otro mediante el pago de ese impuesto todos los años; y más vale sea pagado a tiempo, porque las moras y los recargos se convierten en un cáncer.
Cuando las actuales autoridades identifican los 4 ejes principales de la reforma fiscal: Protección Social; Programa de Inversión Pública y Gastos Priorizados; Reglas iguales para todos y Persecución de Evasión Fiscal y Modernización del Sistema Tributario; podríamos pensar ¿y realmente se precisa para ello una reforma fiscal? La verdad es que no. Las recaudaciones fiscales están por debajo del 50%; basta con eficientizarlas; la prudencia en el gasto corriente, eliminando todas las botellas, dejando de fomentar el parasitismo social; frenando la corrupción administrativa y haciendo que todos cumplamos con nuestro deber tributario, es la mejor reforma; y se logra hacer todo cuanto quiere el gobierno y sobra dinero.
Es inaceptable que un gobierno por populismo se desprenda de RD$15,000 millones de pesos para fomento de la vaganza, de la inutilidad y el sedentarismo; mientras que por otro transforma el famoso ITBIS (impuesto a la transferencia de bienes infustrializados y servicios), por el “impuesto al valor agregado” (IVA), cuyo alcalce le permite gravar hasta el aire que respiramos, evidentemente estamos frente a un gobierno de improvisaciones, simulador, indolente y despiadado, que por un lado nos ofrece un caramelo, pero subrepticiamente nos sustrae el jarabe.
Por cosas como estas es que a un gobierno jamás se le debe entregar todos los poderes; si le entregamos el Senado, votemos por un diputado de oposición para aterrizarlo. El pueblo dominicano parece no estar consciente de la catástrofe que implica esta reforma fiscal; lo peor de todo es que los fanáticos del oficialismo, tal como si a ellos se les llevara a vivir a algún lejano paraíso terrenal en donde solo nosotros tengamos que “chuparnos” este amargo trago, como focas lo aplaudirán y como papagayos repetirán que es conveniente para el país; sin embargo, los hombres y mujeres a quienes nos duele la patria de Duarte, Sánchez y Mella, debemos refrescar la poblada de abril de 1984, para enfrentar esa maldita reforma que nos costará lágrimas de sangre.